Combatir al virus de la desigualdad

El Arcón de Hipatia

Por: Sarai AGUILAR ARRIOZOLA

En el presente mes se ha presentado el mismo llamado, pero por diversas causas: el paro de labores.

Hace apenas dos semanas se convocó al Paro Nacional de Mujeres, como protesta por la violencia de género, y el día de ayer lunes se inició de manera oficial la Jornada Nacional de Sana Distancia, como medida para desacelerar la propagación del Covid-19, lo que implica cancelación de clases, aglomeraciones y labores no esenciales, entre otras acciones. Cabe destacar que en algunos estados estas medidas arrancaron una semana previa a lo programado por el gobierno federal.

Ante ello, muchas mujeres comenzaron a cambiar sus posts de #ParoNacional por el #QuedateEnCasa (que es, sin duda, la mejor recomendación), y compartiendo ideas de cómo no aburrirse ellas o sus hijos en la cuarentena. Lo cual no es malo, pero olvida que para muchas el aburrimiento no es el problema, sino que dejar de trabajar no es opción.

La realidad de México es otra, y que muchas preferimos no ver porque duele o, peor aún, porque desde el privilegio no se conoce. Una gran parte de las mexicanas están insertas en el mundo laboral, pero no en grandes corporativos con empleos que les permiten el teletrabajo. El desafío de la cuarentena no es el aburrimiento, sino el sustento.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), un instrumento demográfico que permite conocer los perfiles de empleo y desempleo de la población mexicana realizada por el INEGI en México, se reportó que el sector informal acumula 31.3 millones de personas. Estos trabajadores carecen de seguridad social y derechos laborales. Algunos de los oficios que con frecuencia se encuentran en esta situación son el ambulantaje, servicios domésticos y conductores de plataformas de transportes, oficios donde es frecuente encontrar mujeres.

Aunado a la disyuntiva económica se suma el problema social. Por roles, la mujer es en la mayoría de los casos la persona que funge o desempeña las funciones de cuidado de hijos en el hogar. Junto con la pérdida de ingreso, suma el obstáculo de no tener cómo atender a los hijos pues hay suspensión de clases.

Nadie pide que no se apliquen las medidas necesarias para combatir el Covid-19, sino que se haga con perspectiva de género, a fin de garantizar la seguridad de las mujeres.

El 9 de marzo se repitió que si tocaban a una tocaban a todas, que éramos la voz de las que ya no estaban. Hoy toca ser la voz de las que sí están, pero son invisibles.

Hay que alzarla: urge al Estado intensificar y agilizar las ayudas económicas. Entender que estamos evitando que la gente no se muera en un colapsado servicio médico, pero que tampoco lo hagan por falta de sustento.

Hubiera sido deseable que la doctora Beatriz Gutiérrez Müller hubiera roto su autonombrada huelga de Twitter para dar apoyo, aunque fuese moral, a las mujeres que con el Covid-19 suman un lastre más a su difícil tarea. Pero prefirió volver para defender el gobierno de su esposo.

Toca el turno a las mujeres en el poder que la paridad de género en las Cámaras se escuche. Que las mujeres con voz en la arena política hagan valer esa paridad más allá de una cuota. Que la sororidad vaya más allá de listones morados. Porque el virus de la desigualdad causa muertes también.