Colima.- La alta ingestión de alimentos densamente energéticos como comidas rápidas y de la calle, así como el consumo de bebidas azucaradas aumenta el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad; en el caso de los primeros, un aporte de 7 mil kilocalorías extras a la alimentación supone un aumento de un kilo de peso corporal, señaló la Secretaría de Salud y Bienestar Social del Gobierno del Estado.
Agregó que comer alimentos como hamburguesas con papas fritas, pollo frito, donas, hot dogs, banderillas, pizzas y papas fritas supondría una ingesta de 700 a 900 kilocalorías, y cuando esto sobrepasa el requerimiento diario de energía del organismo, podría causar un incremento de peso.
La dependencia estatal indicó que estos alimentos aportan alta energía a la alimentación, por lo que su consumo debería restringirse sólo de forma muy esporádica, teniendo en cuenta que para lograr equilibrar la energía y mantener el peso saludable cuando se consumen alimentos de alto contenido energético, se debe también incrementar el tiempo de actividad física.
Agregó que entre los hábitos alimentarios que también hacen aumentar el sobrepeso y la obesidad figuran la frecuencia de las comidas, los tentempiés entre éstas y los episodios de ingestión compulsiva de alimentos, así como los estilos de vida sedentaria y las horas frente a la televisión.
La SSyBS puntualizó que la obesidad es una enfermedad crónica, producida por el consumo excesivo de grasas, azúcares y carbohidratos, lo que provoca la acumulación de grasa en el cuerpo, y por la poca o nula actividad física en la vida diaria.
En este sentido, precisó que el exceso de todo tipo de azúcares provoca sobrepeso y obesidad y la diabetes mellitus tipo 2, además de producir un incremento de grasa en la sangre.
Mencionó que el incremento registrado en las cifras de sobrepeso y obesidad es resultado de diversos factores, entre los que destacan los cambios en el acceso y consumo de alimentos, así como los cambios drásticos en los estilos de vida en un tiempo relativamente corto.
Asimismo, señaló que los cambios en los hábitos de alimentación y actividad física a menudo son consecuencia de cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo, de ahí que en el país los niños están expuestos a alimentos hipercalóricos ricos en grasa, azúcar y sal que suelen ser pocos costosos, pero que son pobres en micronutrientes.
Estos hábitos alimentarios, añadió, junto con una escasa actividad física, tienen como resultado un crecimiento brusco de la obesidad infantil.
Recordó que las causas de la obesidad son múltiples, e incluyen factores tales como la herencia genética; el comportamiento del sistema nervioso y el estilo de vida que se lleve. Y los mecanismos para que estos factores causen exceso de grasa corporal son: mayor ingesta de calorías de las que el cuerpo necesita y menor actividad física de la que el cuerpo requiere.
Al respecto, citó que la herencia tiene un papel importante, tanto que el riesgo de sufrir obesidad para un niño con padre obeso es 10 veces superior a lo normal. Lo anterior, debido a tendencias metabólicas de acumulación de grasa y a que los hábitos culturales alimentarios y sedentarios contribuyen a repetir los patrones de obesidad de padres a hijos.
Para finalizar, la Secretaría de Salud mencionó que los síntomas de la obesidad son aumento de peso, dificultad para respirar (durante el día y al dormir), cansancio, fatiga y dolor de las articulaciones en rodillas y pies, reflujo y acidez, hinchazón, dolor y calambres en las piernas, y pérdida de control para orinar. BP