Durante esta semana, alumnos de Lingüística de la Universidad de Colima tomaron el curso “Filología: los efectos de la yod y la wau en el español”, que impartió la experta Ana Isabel Tsutsumi Hernández, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como parte del Seminario Permanente de Cambio y Variación Lingüística.
La académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM compartió que este curso buscó que los estudiantes identifiquen los cambios que provocó la evolución fonética de la yod (la i en diptongo) y la wau (la u en diptongo) en la lengua española.
“Vimos los procesos fonéticos y ejemplos para que los jóvenes pudieran hacer ejercicios. Además, trabajamos a través de ejemplos con el método de la ecdótica textual o crítica textual para ver cómo se utilizan estos cambios, y vimos la sistematización de reglas en lo fonético y cómo la podemos evidenciar o analizar en textos”, dijo en entrevista.
Por ejemplo, la evolución fonética o de pronunciación de nocte (noche o nocturno en latín) fue noche, pero para llegar a ella se dio un proceso: “En un estadio de esta palabra (nocte) dio noite, cuando pasa de nocte a noite, en esa oi hay un diptongo que tiene una i. Esta i es lo que se llama yod, provocando que la t, que es un fonema dental, se palatalice y se haga h, por eso tenemos palabras como noche”.
De acuerdo con la investigadora, son pocas las palabras que han cambiado tanto su significado como su pronunciación: “Una de ellas es ‘clamare’, que era llamar y, ahora, la primera es un grito en potencia, y a ‘llamar’ le damos otro sentido. Otra de ellas es ‘clave’, que era llave; la clave de sol es la llave de entrada al pentagrama, y ahora sus significados se usan de manera específica en ciertas situaciones”.
Además de revisar estos dos fonemas que causaron grandes cambios en la pronunciación del español, los estudiantes de Lingüística revisaron fenómenos como la metátesis, que consiste en el reordenamiento en el patrón silábico de las palabras, como bagazo y gabazo; ciudad o suidad; Gabriel y Grabiel.
De acuerdo con Tsutsumi Hernández, las palabras mencionadas en el párrafo anterior han sido usadas de forma correcta, pues en “Lingüística no se habla de lo correcto o lo incorrecto, sino de formas y de usos. Hablaba con los jóvenes del concepto de norma y uso. La norma es lo que debe ser y el uso es lo que es, aunque están interrelacionados. Por ejemplo, entre los siglos XV y XIX expresiones como ‘subo para arriba’ y ‘bajo para abajo’ eran usuales sintácticamente hablando, y actualmente son pleonasmos o redundancias”.
Aunque estas formas pueden ser para muchos evidencias de estratos sociales, para la investigadora de la UNAM sólo se trata de fenómenos lingüísticos, ya que “muchas veces pronunciamos las cosas como las aprendimos y sólo nos damos cuenta de que tienen otra pronunciación cuando tenemos contacto lingüístico con otras zonas. Si mis padres decían bagazo en lugar de gabazo, yo aprendí que se decía de otra forma sólo cuando llego a otro lugar”.
“Parte de lo que abordé con los chicos es justo hablar de los fenómenos lingüísticos y de los cambios, en este caso fonéticos; sin embargo, surgen preguntas de lo social porque no estamos alejados de la ideología y de los cambios que influyen en un contexto histórico, social, cultural o simbólico para interpretar ciertos usos. Era importante que entendieran, por tanto, que hay procesos de cambio y fenómenos que se dan en la Lingüística”, finalizó Ana Isabel Tsutsumi.