“El estudio de los números tiene que ver con el gusto por encontrar relaciones entre ellos; por ejemplo, cuando estás jugando ajedrez, sabes las partidas y cuándo hacer un jaque mate, eso es interesante”, dijo Carlos Castaño Bernard, profesor en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Colima, durante la Segunda Semana de Física y Matemáticas.
Castaño Bernad habló, en su charla, sobre el placer de contar y la relación entre la Sucesión de Fibonacci y algo llamado Razón Áurea.
En matemáticas, la Sucesión de Fibonacci es la serie infinita de números naturales: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377… Comienza con los números 1 y 1,1; a partir de los cuales cada término es la suma de los dos anteriores; tal relación de recurrencia es la que la define.
Esta sucesión, dijo, “está relacionada con la Razón Áurea, que es una proporción entre dos cosas”. Según Wikipedia, el número áureo “surge de la división de dos partes de un segmento, guardando las siguientes proporciones: la longitud total ‘a+b’ es al segmento más largo ‘a’, como ‘a’ es al segmento más corto ‘b’”.
El concepto es relativamente fácil de entender en términos de pintura o diseño, donde a ciertas áreas de una superficie se les lama zonas áureas. A esto también se le conoce como razón dorada, media áurea, proporción áurea o divina proporción
El investigador se dio cuenta de que, si se toma la razón entre un número de Fibonacci con uno anterior, va creciendo la sucesión hasta aproximarse al valor áureo, el cual, desde la antigüedad, se piensa que atribuye un carácter estético a los objetos cuyas medidas guardan tal proporción. Incluso se piensa que posee un carácter místico.
Finalmente, dijo que esta sucesión se utiliza en las Matemáticas y en la computación para la creación de videojuegos; además, está presente en la naturaleza, por ejemplo, en los huracanes, en las hojas de un tallo y en otros sistemas más complejos, como las galaxias.