Colima- La última semana ha representado una etapa negra para quienes tienen la responsabilidad de combatir la inseguridad -en condiciones a veces desventajosas- ya que se ha registrado el asesinato de cuatro policías en apenas seis días.
El primer hecho ocurrió el lunes 28 de noviembre pasado cuando dos policías estatales, un hombre y una mujer, fueron asesinados en la colonia Rancho Blanco, de Villa de Álvarez, cuando apenas concluían su jornada laboral.
Dos días después, la mañana del 30 de noviembre, un policía estatal que estaba a dos años de jubilarse fue baleado en la colonia Díaz Ordaz, en Tecomán, mientras custodiaba una casa en la que se habían asegurado armas.
El elemento quedó muerto sobre la silla en la que descansaba parte de su jornada de 24 horas.
El cuarto, un agente de la Policía Ministerial, fue asesinado la mañana del sábado 3 de diciembre, en el exterior de una institución educativa privada, ubicada en la colonia Placetas Estadio, de Colima.
El fallecido era jefe de una unidad antisecuestros y se encontraba en los puestos de comida localizados en las afueras del plantel cuando fue baleado. Tres estudiantes más también resultaron heridos.
Ese mismo sábado pero por la noche se realizó un fuerte operativo policial en el barrio El Salatón, a una cuadra del C4 en la zona centro de la ciudad de Colima, y del que el Gobierno del Estado reportó la muerte de un sujeto que era investigado por el asesinato del agente antisecuestros.
Mediante las redes sociales, José Ignacio Peralta, Gobernador de Colima, expresó su indignación por estos hechos y aseguró que se trabaja con “toda la fuerza de las instituciones” para devolver la tranquilidad a la población.
En esta misma semana, un día después del primer asesinato, un grupo de policías acudieron al Congreso del Estado para manifestar su temor por enfrentarse al crimen organizado en condiciones de desventaja.
“Nunca es suficiente para poder enfrentar a un crimen organizado que está bien armado, yo creo que están mejor capacitados, a veces, que el policía, y están mejor armados”, comentó un agente.
Además de exponer su pesar por el entonces primer asesinato, dio a conocer los bajos salarios, las jornadas laborales de 24 por 24 horas, la falta de prestaciones laborales y el temor de que en caso de fallecer, dejarían en el desamparo a sus familias.
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