#CrónicasMaternas: carta abierta a Polonio

Hoy hace cinco años comenzamos el reto. He de confesar que no ha sido fácil. como todo, tiene sus verdes y sus rojos.

Las nuevas generaciones (quizás ya no tan nuevas) deberíamos insistir en desmitificar el amor romántico, el amor incondicional y, aún más importante, el amor después del primer hijo.

Cuando comenzamos, la meta era ir a Cancún. «Pase lo que pase, le prometo que la llevaré a Cancún y a Playa del Carmen, le va a gustar mucho, se lo prometo». (Por que al principio solías hablarme de usted. Hoy, a veces se te sale decirme «wey»).

En julio de 2017 hicimos ese viaje, el primero juntos, con toda tu familia, pero juntos. Creo que fue el primer gesto de integración que me brindaste y te lo agradezco infinitamente.

El 10 de septiembre de 2017 supimos que seríamos tres. Moría de miedo, no cabía de contenta y, quizá entonces, empecé a tener dobles emociones a un mismo tiempo. Pero, ¿qué es el tiempo sino algo relativo?

Hoy, después de dos años de paternidad, de mil lágrimas vertidas, de un volcán de risas, de miedos, emociones, alegrías, soledades, triunfos y fracasos, llegamos a los cinco.

Hace cinco años, en ese preciso momento, con lo contenta que estaba de conocerte y lo bien que me hacia estar juntos, si alguien me hubiera dicho que se pondría así de difícil, diría «chinguesumadrequevalelapena».

Hoy no sé cómo estamos, pero estamos. Cuando nacen los bebés, junto con las instrucciones de «qué hacer en caso de llanto», deberían programarte citas mensuales de seguimiento emocional y terapia de pareja.

Eso de que «el amor de su bebé los mantendrá juntos» son patrañas. Porque claro que todo cambia, AB-SO-LU-TA-MEN-TE TODO CAMBIA.

Nos enfrentamos, entonces, a convivir -porque ni siquiera es compartir- una parte muy sensible de nuestra existencia, completamente expuesta, con alguien que sentimos no conocer, cuyas prioridades cambiaron en el momento justo del parto.

¿Qué hacer? Abrazarse, siempre abrazarse. Hacerlo fuerte, con todo y el miedo a la incertidumbre. Llorar juntos si es necesario. Porque eso, como todo lo demás, pasará.

Hoy no sé si llegaremos a fin de año a los 50 o moriremos de ancianitos. La vida, la paternidad, los años, los modos, las mañas, los demonios, los gustos y pasiones nos han cambiado y han hecho de nosotros personas diferentes.

Hoy te amo, pero no lo hago de la misma manera que al principio. Me he desgarrado tratando de volver o reclamar algo que ya no existe.

Aquel par de jovenzuelos que se prometieron comenzar este reto, sentados en el costado de Catedral que da hacia el Andador Constitución, no existen más.

Entonces pienso ¿si no somos los mismos, el reto que empezamos hace cinco años sigue siendo válido? ¿si no somos los mismos, es a la misma persona a quien se le hizo la promesa? ¿debemos hacer una nueva? ¿es por eso que las parejas renuevan sus votos?

En este momento me siento Carrie Bradshaw: «I couldn’t help but wonder… if love is really de answer».

Y pues, no. Mexican style me digo que la respuesta no está en el amor en sí, sino en uno mismo. O sea, sí en el amor, pero en distintos tipos de amor.

Últimamente les vengo manejando las analogías de las nuevas princesas Disney, así que aquí va mi reflexión del otro día (spoileralert): cuando en Frozen 2, Elsa llega a Athohallan en busca de respuestas y se da cuenta que ella es el quinto espíritu, podemos ver que el viaje del héroe no consiste en hacer el viaje y llegar a la meta (muy chido y todo, sí), pues el verdadero objetivo está en el viaje hacia el interior para encontrarse/recuperarse.

«Soy quien fue. Muéstrate, admite tu fuerza, a crecer y algo nuevo ser» y ¡pum! el makeover de Elsa.

A lo que voy es que, para recuperar la estabilidad juntos, primero hay que recuperar la propia. Admitirnos nuevos, reafirmar características, pues por mucho que cambiemos algo prevalece.

Y si bien, el amor no es la única respuesta , hace mucho más sencillo el complicado viaje.

Sé que es una carta de amor/aniversario bastante rara, pero, insisto, derribemos el mito del amor romántico de padres con bebés. Un acto de amor verdadero en parejas con hijos puede estar en entretener a bebé para que el otro vaya al baño a gusto, o taparle por las noches o dejarle comerse todas las galletas.

Hoy quiero decir que agradezco todo lo que la vida nos ha traído en estos años. Que a pesar de todo y con todo, te amo.

Hoy quiero pasar este momento contigo, que busquemos nuevas maneras de construirnos, deconstruirnos y reconstruirnos, las veces que sea necesario, hasta que ya no quieras o ya no quiera. Libre.

Pero quiero ser clara en una cosa, como dijo Luis Enrique, «yo no sé mañana». Así que dejemos de lado lo malo y disfrutemos. Abracémonos en la madrugada, besémonos por la mañana. Lo demás ya vendrá.

¡Feliz aniversario!

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Pd. Había dejado de escribir porque la cuarentena no me lo permitía. Cerraron la guardería y los horarios con la Infanta han cambiado bastante, así que cuando duerme y, por fin, tengo tiempo, estoy muerta y sólo quiero dormir. Pero ahí vamos. Les prometo mayor constancia.

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