De la paz (mental) y la sororidad
Por: Citlally Vergara
El otro día una mamá, que buscaba apoyo/consejos en una red social, me dijo «Se nota que tienes tanta paz».
En ese momento me reí muy cabrón. He pasado unos meses difíciles, sintiendo de todo, menos paz.
El post parto (que ya tiene año y medio) me ha tundido a palos. Me reconfiguró y me tiene juntando pedazos y creando nuevos, pero bueno…
De algo sí estoy segura, hoy estoy mejor que ayer y que el día anterior y el día antes de ese.
Sí, la maternidad te hace estar bien a huevo, pero también te hace sentir muy agotada, sola e incomprendida, en la incertidumbre, perdida, con pocos espacios personales y otro puño de cosas.
Pero -lo dije una vez- esto es desbloquear niveles. Estoy más avanzada que esa mamá que pedía consejo, pero eso no me hace mejor o peor, solo me hace haber pasado por ahí antes. Algo como «ese nivel ya lo pase y el truco está en girar a la izquierda, no a la derecha”.
Claro, porque todo mundo ayuda a cuidar al bebé, pero ¿quién ayudar a cuidar a mamá? Nadie mejor que otra mamá que le haga sentirse escuchada o comprendida.
Cibeles, una amiga médica y reciente madre, cuando estaba embarazada me dijo que había llegado a la conclusión de que era el tiempo de hacerse de amigas mamás. Y claro, tenía toda la razón del mundo, pero esa revelación no me llegó hasta tiempo después.
Y es que, volvemos a lo mismo, hace falta una tribu que ayude a criar, pero también que apapache a mamá y le haga saber que lo está haciendo bien.
Éste es el trabajo más complicado en el que me he desempeñado, al que me metí sin preparación, sin estudio, sin experiencia, pero con toda la voluntad del mundo (porque han de saber que a bebé le decidimos y buscamos más de un año).
Esta tarea la desempeño con todo mi esfuerzo y dedicación, aunque por ella no se reciba un salario, un reconocimiento, ni una medalla por participación. A lo mucho una taza el Día de las Madres que diga «para la mejor mamá del mundo» o, en mi caso, una camisa que dice «quítate, tú no sabes» (gracias, David).
Lo más destacado que he recibido fue una felicitación de la Médico Familiar, que lleva el crecimiento de bebé, quien me dijo que el trabajo de comprensión, desarrollo motriz, exploración, lenguaje, amabilidad y modales, son fruto de la insistencia de mamá. Por que han de saber que cuando vamos a revisión, bebé camina por su cuenta hasta la mesa de auscultación, sube las escaleras, abre la boca cuando se le pide y se deja revisar.
Bueno (que me distraigo siempre) … que apapachen a sus mamás (las amigas mamás, las conocidas mamás, las mamás propias y las mamás de otros).
No tienen idea de cómo te recetea un «oye, qué bien lo haces», «eso que haces está genial», «lo estás haciendo genial».
Bebé cambia de patrones a cada rato y por mucho que uno establezca rutinas, siempre algo cambia y ahí es cuando entran las mamás salvadoras.
A todas todas las mamás que responden dudas, a las que se encargan de difundir la información real, científica y oportuna, las que promueven la lactancia, las que apapachan a las que trabajan, las que calman ansiedades o comparten a sus pediatras, las que están y escuchan, GRACIAS.
Habemos más de una al borde del colapso mental que se ha visto cobijada en esta contención madre a madre y, después de llorar la frustración (porque chillonas todas), tomamos fuerzas para volver a empezar.
En cosas de mujeres nunca había visto tanta sororidad, como se ve entre el gremio de madres. Creo que si todas aplicáramos este apoyo y red de contención entre las madres y las no madres, haríamos un frente común mucho más sólido.
Un abrazo gigante a todas las mamás que acompañan este diario público sobre cómo sobrevivir a mi maternidad, diferente pero igual a la suya.
Hasta la próxima.
Pd. Bebé hace por comunicarse de una manera más clara. Ayer la vi jugar con Paco, un compañero de la Compañía, y chillé poquito en silencio de la emoción. Así funciona esto: no lloré con la cita a la odontopedriata, pero lloré por cursi ridícula. En fin.