Mercados y gobiernos del mundo entero esperan ansiosos el resultado de las negociaciones que se realizan en Washington para elevar el límite de la deuda que el gobierno federal estadounidense está autorizado a contraer.
Altos funcionarios estadounidenses, como el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, o el secretario del Tesoro, Timothy Geihtner, han advertido de las consecuencias «calamitosas» de que no se eleve ese límite y que el país pueda dejar de pagar sus obligaciones internacionales.
Y aunque podría parecer un tema de altas finanzas y elevadas negociaciones políticas, muchos piensan que podría impactar directa y muy duramente al ciudadano común, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo.
BBC Mundo le presenta cuatro cosas que podrían pasar si el techo de la deuda no es elevado y si Estados Unidos entrara en cesación de pagos por primera vez en su historia.
Los bonos del Tesoro y los fondos de pensiones pierden valor
Los papeles del Tesoro de EE.UU. son la inversión más confiable del mundo y la columna vertebral del mercado de bonos mundial. Si Washington se viera forzado a suspender el pago de esas obligaciones a los tenedores, se crearía una crisis de confianza mundial.
Aunque esos bonos están mayormente en manos de grandes inversionistas y de gobiernos, muchos ciudadanos, a través de casas de inversión y fondos de pensiones, compran «cestas» de productos financieros en la que casi siempre hay papeles estadounidenses.
Si, por ejemplo, usted está afiliado a un fondo de pensiones privado, como los que están disponibles en muchos países latinoamericanos, es posible que ellos tengan parte de su portafolio en bonos estadounidenses. En ese caso, sería posible que una situación que afecte estos títulos del Tesoro estadounidense pueda deteriorar el valor de su pensión.
Cae el dólar, sube la inflación
Se teme que los problemas crediticios puedan afectar la credibilidad del dólar estadounidense, hasta ahora la gran moneda de reserva del mundo. Dicho de otra manera, puede que los ciudadanos de otros países puedan sentir que el dólar ya no les ofrece seguridad y dejen de comprarlo.
compradores en calle de NYC
Eso, en principio, podría llevar a que el precio de la moneda estadounidense cayese.
Para varios países latinoamericanos que escogieron adoptar el dólar como su moneda nacional, como Ecuador, Panamá y El Salvador, eso puede presentar problemas.
Si el precio del dólar empieza a caer, también aumentará el precio que se debe pagar por los bienes importados, que se pagan con la moneda estadounidense y aumentará el costo de vida.
En el caso de un «default» estadounidense, para una persona que vive en Ecuador, Panamá, o El Salvador, el mercado semanal podría costarle más, en particular si compra muchos productos fabricados en otros países.
Sube el desempleo, Estados Unidos compra menos
Un cese de pagos por el gobierno estadounidense probablemente haría más complejo y costoso para ese país volver a pedir prestado, lo que, con alta probabilidad llevaría a una sustancial reducción en el gasto gubernamental, actualmente dependiente en gran medida del crédito.
Del mismo modo, el probable aumento en las tasas de interés en el crédito disponible a los ciudadanos privados estadounidenses llevaría a que ellos también redujeran su consumo.
Panta ensamblaje de autos
Muchas industrias en Estados Unidos y otras partes tendrían que recortar producción y empleos.
Considerando que la base de la economía es el consumo, la lógica empresarial mandaría a reducir la producción, lo que eventualmente les forzaría a dejar de contratar personal y hasta reducir las plantillas.
En cuanto al sector público, el gobierno federal podría dejar de hacer transferencias de recursos a los estados que tendrían que empezar a reducir sus burocracias despidiendo a policías, maestros o bomberos.
«Si vemos aumentar el desempleo cada vez mas vamos a entrara en otra recesión, porque la economía se va a hacer mas chica», dijo a BBC Mundo el analista económico, Isaac Cohen.
Y una recesión estadounidense afectaría inmediatamente el bolsillo de los ciudadanos de muchas naciones latinoamericanas que tienen en Estados Unidos al principal comprador de sus productos y servicios
Por ejemplo, en Colombia, un trabajador de la industria de las flores podría ver su trabajo en peligro si el próximo Día de San Valentín los estadounidenses, asustados por la posibilidad del desempleo, compran menos rosas para sus novias.
Y en México, millones de familias verían como las remesas que les llegan de sus familiares en Estados Unidos se harían más reducidas.
En un colapso crediticio, todos pierden
Un «default» estadounidense es una situación tan inusual que es dificil aventurar hasta dónde llegaría su impacto sobre la economía del país.
Los optimistas apuntan que una breve cesación de pagos que llevara a una caída en la calificación crediticia de Estados Unidos no sería el fin del mundo.
Pero por otra parte, algunas voces aseguran que el efecto del «default» podría ser similar o peor al de la caída del banco de inversiones Lehman Brothers en 2008, cuyo devastador resultado fue el congelamiento temporal de los mercados de crédito, al generalizarse la desconfianza entre los bancos y otros agentes de mercado, que por unas horas, dejaron de prestarse dinero.
Cuando las autoridades estadounidenses restablecieron la confianza en el sistema financiero horas después, no pocos dijeron que la economía mundial había estado al borde de un colapso similar al de la Gran Depresión de los años ’30 del siglo pasado, la misma que empobreció a decenas de millones de personas y que eventualmente contribuyó a que ocurrieran calamidades globales tales como la Segunda Guerra Mundial.
Según informa la agencia Reuters, esta semana el banco central estadounidense llevó a cabo un ejercicio para simular justamente ese escenario, esta vez como resultado de un hipotético «default» de Washington.
Si los bancos en Estados Unidos sufriesen un colapso generalizado debido a un pánico generado por un «default», nadie sabe exactamente cuales serían los resultados en la vida de la gente común y corriente más allá de sus fronteras, pero pocos dudan que no serían nada placenteros.
Con información de BCC Mundo