El científico de origen argentino, que actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, Estados Unidos, Juan Maldacena, considerado por la Intellectual Property & Science de la empresa Thomson Reuters como una de las mentes científicas más influyentes del mundo, participó en la serie de entrevistas “Haciendo Ciencia”, dentro del programa #HablemosDeCiencia con Fefo”, que realiza Alfredo Aranda Fernadez, coordinador general de Investigación Científica de la Universidad de Colima.
Él es autor de la famosa conjetura que lleva su nombre: Conjetura de Maldacena, también conocida como Correspondencia AdS/CFT, que en líneas muy generales propone una relación fundamental entre la teoría cuántica de campos y la gravedad cuántica.
Durante la entrevista, dijo que desde sus estudios básicos, en Argentina, le llamó la atención la ciencia más que la literatura; “mi papá es ingeniero y le gustaba reparar el auto, la lavadora; yo le ayudaba. Así me empezó a interesar cómo funciona la tecnología. En esa época las lavadoras y carros eran más fáciles de arreglar”.
Más adelante decidió estudiar la carrera de Física: “Era misteriosa; no sabía de qué se trataba. Y si no me gusta, me dije, puedo cambiarme a ingeniería”. Al término, tuvo la oportunidad de hacer el doctorado en Princeton, a donde regresaría luego de una estancia como profesor en la Universidad de Harvard.
Sobre su famosa conjetura, que publicó en un artículo a finales de 1997 (que para el 2015 llevaba más de 10 mil citas), dijo que todo inició al pensar en la relación entre los agujeros negros en la teoría de cuerdas, que es una de las teorías más populares actualmente en la física. Quería entender, dijo en la entrevista, la entropía de los agujeros negros, cuál era el sistema cuántico que los describía.
La conjetura, explicó, “lo que hace básicamente es decribir cuál es la relación entre las dos cosas: la descripción matemáticamente precisa que se basa en teorías cuánticas de campos o sistemas cuánticos de partículas interactuantes, con la descripción del agujero negro, que es una descripción en términos de la gravedad. La idea era que estos dos tipos de descripciones eran equivalentes desde la conjetura. Eso permite, por un lado, describir los agujeros negros y por otro describir estos sistemas de partículas cuánticas interactuantes. Es como una igualdad, y dependiendo de dónde se parta, uno puede llegar a un lado o al otro y usarla como un puente que une dos tipos de teorías”.
Se le llama conjetura “porque no hay una prueba matemática de la relación entre las dos; no hay manera de comenzar en una y llegar efectivamente a la otra. Por otro lado, hay bastante evidencia matemática de que es cierta. Esta evidencia se obtiene haciendo cálculos en ambas teorías y viendo que dan el mismo resultado. La conjetura dice que cualquier cálculo que uno haga en una tiene un cálculo equivalente en la otra. Por supuesto, a uno le gustaría probar eso para todos los cálculos posibles, pero solamente hay ciertos cálculos muy específicos que se han hecho en ambos lados y que se pueden comparar”.
Comentó que después de trabajar un par años como profesor en la Universidad de Harvard, decidió irse al Instituto de Estudios Avanzados en Princeton “porque es un lugar donde uno se dedica cien por ciento a la investigación y tiene un grupo de científicos en nuestra área muy bueno; es un atractivo estar con esa gente. También tenemos gente joven que pasa por el instituto, que trae muchas ideas nuevas”. Él escribió un artículo junto con el ya célebre Stephen Hawking.
Finalmente, dio un consejo a las y los alumnos que quieran dedicarse a la física; primero, que prueben hacer física, “vean cómo les va. No tengan miedo de qué hay más allá y de que otros son más capaces; a veces algunos parecen más capaces por el hecho que ya habían estudiado algo anteriormente. Prueben y vean cómo les va a ustedes, después de eso pueden reevaluar qué hacer o qué seguir”.
Lo importante, dijo por último, es contribuir a la ciencia internacional; “la ciencia es un ambiente internacional y si uno quiere hacer investigación básica tiene que contribuir a la ciencia internacional. Desde un país latinoamericano es difícil, pero se puede hacer. No hay que pensar en qué se espera de uno sino en aprovechar las oportunidades que se tienen y explotarlas al máximo”.