EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA
Viola, que después desacreditas a la víctima y puedes salir en libertad caminando. Ese parece ser el credo de los depredadores sexuales. Eso se puede constatar en las últimas audiencias en el mediático caso de Dani Alves, exjugador de Pumas señalado por violación en un centro nocturno de Barcelona por una joven de 23 años.
La defensa de Alves –que ha consistido en diferentes relatos que cambian tanto y tantas veces según sea necesario para tratar de alterar la realidad– se ha empeñado, más que en comprobar la supuesta inocencia de su cliente, en denostar a la joven agredida e invalidar su calidad de víctima.
De no conocer la felación a aceptar que hubo penetración vía vaginal, de esa magnitud han sido los cambios que ha dado la versión del futbolista. Un elemento crucial es que haya admitido la penetración, pues su defensa había negado que existiese prueba, hasta que la mentira se topó con la evidencia de semen con ADN del deportista.
Y si bien falta un largo proceso, lo que queda claro es que la víctima tiene que demostrar que no es culpable de ser agredida, de no propiciarlo. Y después de denunciar también tiene que cuidar su integridad. Pues el exjugador ha solicitado que pueda llevar su proceso en libertad.
“Ponerlo en libertad supondría un atentado contra la integridad psicológica de mi clienta. Que él esté en libertad mientras ella está encerrada, la administración de justicia no se lo puede permitir”, dice la defensa de la víctima, quien ha tenido que estar casi en aislamiento social para evitar ser reconocida por la prensa, lo que la volvería aun más vulnerable.
Mientras eso pasa, es imposible dejar de pensar en el viacrucis que representa a nivel global para las víctimas de violación alcanzar justicia.
Por ejemplo, en España, el periódico El Mundo se cuestionaba qué es lo primero que se debe hacer si se sufre una agresión sexual: “Para esta pregunta objetiva puede haber 8 mil 131 respuestas, el número de municipios de nuestra geografía. ¿Se va primero al hospital o a la comisaría? Depende.”
En el caso de México la tortura no es tan diferente: incluso provoca que muchas mujeres opten por no denunciar.
De acuerdo con las palabras del director del Observatorio Ciudadano de la Ciudad de México, Francisco Rivas, “el viacrucis al que se someten las víctimas al momento de denunciar en el Ministerio Público comienza justamente con ese concepto: revictimización”.
“Vivimos una crisis y eso es innegable y esa crisis nos produce impunidad, violencia, desesperanza y nos produce esa falta de confianza en la autoridad”, sentenció Francisco Rivas, en palabras reproducidas por Milenio.
¿Hasta cuándo tendremos que vivir con autoridades que no nos cuidan, leyes que no nos amparan y una sociedad que nos señala al ser víctimas? Ser mujer no es causal de violación, ni ser víctima de agresión nos convierte en sospechosas de provocación. Debemos entender que el delito es ser violador y no mujer. Hasta entonces…
Columna publicada con la autorización de Saraí AGUILAR ARRIOZOLA