EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA
Nos están matando. Y tras este lugar común no hay nada más cargado de realidad. Lo que es peor es que a las mujeres nos están matando y no hay mecanismos de prevención para evitar estos asesinatos y las leyes no se aplican de manera efectiva en su fase correctiva.
El reciente feminicidio de Debanhi (sí, feminicidio, puesto que de acuerdo con el gobierno del estado de Nuevo León todo asesinato de mujer se investiga bajo esa premisa), ha puesto el foco público sobre estos crímenes que están desmoronando el tejido social. En algunos documentos académicos se refiere que la ineficiencia del Estado mexicano en la implementación de procesos judiciales que garanticen el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia las revictimiza. Culpar de su propia muerte a la víctima de feminicidio desde las instancias que deben garantizar justicia –entiéndase fiscalías, secretarías de seguridad, etc.– es una práctica que se ha hecho común en México.
Lo mediático del caso Debanhi ha llevado a replantearnos como sociedad la manera de interpretar y llevar la conversación social en torno a los feminicidos. Estos procesos se han repetido en medios de comunicación, y la sociedad en pleno. No es la primera vez que la víctima enfrenta un proceso alterno desde la trinchera mediática auspiciada por filtraciones. Basta recordar el caso de Ingrid Escamilla, víctima de feminicidio en 2020, cuyas fotografias de su cuerpo así como las primeras declaraciones de Francisco ‘N’, fueron filtradas por la policía capitalina y publicadas en la portada de varios medios de comunicación como Metro, de Grupo Reforma; La Prensa; y El Gráfico, de El Universal.
Los partidos aprobaron en semanas pasadas, por primera vez una reforma al Código Penal que castiga con hasta 10 años de cárcel la difusión de esas imágenes, especialmente de mujeres, niñas, niños, adolescentes y personas con discapacidad. La otra cara de la moneda es que la investigación sobre el caso de Ingrid sigue estancada a dos años de los hechos: Francisco ‘N’ no ha recibido sentencia aun cuando confesó el crimen.
Sin perder el foco en lo que como sociedad nos toca, al día de hoy la exigencia de justicia en algunos casos tales como el de Debanhi se ha convertido más en el seguimiento del crimen como si fuese una serie de moda. Usuarios de redes y televidentes se han obsesionado más con comprobar sus teorías que con conocer la verdad. Se busca justicia revictimizando, pues no solo los medios informativos son responsables de estar lanzando encuestas y promoviendo notas con videntes, sino que éstas están hechas para satisfacer la demanda de “información”, como si cada hallazgo fuese un episodio más de la serie de moda.
El cambiar el sistema judicial y tener sistemas de prevención de violencia corre a cargo del Estado. El tener sociedades sanas, con capacidad de demanda de justicia y garante de los derechos humanos, está en nosotros. Habría que recordar que en este país, la próxima protagonista de una cinta de terror real puede ser cualquiera de nuestras mujeres queridas… o nosotras mismas. No se trata de conseguir nuestra villana favorita sino justicia sin revictimizar.