Deporte femenil: la necesidad de emparejar la cancha

EL ARCÓN DE HIPATIA 
Por. Saraí AGUILAR ARRIOZOLA 

El futbol femenil mexicano no pasa por un buen momento. Lamentablemente, en los días recientes surgieron caso de denuncias de acoso en la selección Sub20 y en el Club América, que de suyo son graves y ameritan un seguimiento atento. Pero tampoco han ido bien las cosas en lo que se refiere estrictamente a lo deportivo, y tampoco hay que dejar pasar esto.

Hace algunas semanas la Selección Mexicana Femenil de futbol fracasó en su intento por clasificar a los Juegos Olímpicos de París 2024 y al Mundial de Australia-Nueva Zelanda 2023.

No hay falta de sororidad ni es misoginia admitir que el plantel no estaba al nivel de sus competidoras. Las mismas exjugadoras, Iris Mora y Andrea Rodebaugh, admitieron en una entrevista reciente (Proceso) que los equipos que derrotaron a México son superiores. “Hoy nos dimos cuenta dónde estamos parados y de la realidad de nuestro futbol”, puntualizó Mora. Algunas más vieron la situación como una oportunidad de crecimiento.

Pero más allá de repetir esos consabidas frases y lugares comunes de que donde hay una falla es un área de oportunidad, lo que se debe de plantear de fondo es ¿en verdad sirve de forma sustancial que se abran oportunidades de espacios sin que estos cuenten con perspectiva de género y con el apoyo para lograr la igualdad sustantiva?

Una realidad es que formar instituciones, generar decretos de paridad y hablar de ella no generan resultados reales. El ejemplo de la Selección Nacional Femenil solo ilustra la realidad con la que nos golpea la estructura patriarcal: “uy, para eso querían equipo” “no saben jugar”, “les falta”. Y sí, es válido reconocer que tal vez “les falte”. La pregunta sería: ¿por qué?

Conformar una nueva sociedad igualitaria debe partir sobre la base de la equidad entre los sexos, buscando alternativas que le permitan acceder de manera igualitaria a los servicios que brinda el sistema, el cual gradualmente se transforma. Esto conllevará a una vida sin discriminación, aseveran los expertos.

En el deporte, al igual que en las ciencias, se ha tendido históricamente desde la educación inicial a desdeñar a las mujeres. Basta con recordar clases de educación física donde se privilegia el desarrollo motor de los niños por sobre las niñas o a las niñas en casa siendo reconvenidas por los adultos “por andar brincoteando”. O las niñas en el aula escuchando que sus compañeros son mejores en matemáticas, “pero ellas son más buenas en español o lectura”.

Entonces, cuando escuchamos que la cantidad de mujeres en ciencias es menor a la de los hombres o tras el resultado de los equipos femeniles deportivos nos encontramos ante un efecto del desdén histórico que las mujeres han sufrido en estas áreas. Lo que se resume en esta frase: “¿Ven? No sirven. Por eso no las apoyan”.

Qué mejor ejemplo que lo ocurrido el fin de semana pasado con otra selección femenil, la de futbol americano, que pudo viajar al Mundial de la especialidad en Finlandia gracias a que armaron un escándalo en redes sociales e incluso cerraron una avenida debido a que la federación no pagó a tiempo los boletos para viajar. La pregunta es: ¿habría ocurrido una circunstancia similar si la selección hubiera sido varonil?

Es necesario no solo promover la creación de espacios para las mujeres. Es necesario dar las herramientas y promover el desarrollo de las habilidades en condiciones de equidad para hombres y mujeres. Que la igualdad no sea discurso o generar espacios, sino el cómo llegar a esos espacios y conquistarlos forma parte de ese proceso.

Si queremos meterle gol a la desigualdad, primero hay que entrenar duro con enfoque y perspectiva para lograr conquistar esa medalla.

 

 

Columna publicada con la autorización de Saraí AGUILAR