¿QUÉ VIENE?
Por: Sean Osmin HAMUD RUIZ
¿Cuál es el verdadero anhelo de la sociedad? ¿Cuáles nuestras verdaderas necesidades? ¿Qué quisiéramos en nuestro cotidiano para cada uno y nuestros hijos?
Preguntas que parecen muy profundas y complejas de responder. Cabría decir que en su respuesta podríamos basar el sentido de la vida. Evidentemente contestarlas podría estar más en el espacio de la filosofía o la metafísica que en una columna de opinión semanal.
Pero seguro estoy, no queremos mentiras.
No queremos “felicidad” donde no hay acceso general a medicamentos oncológicos.
No queremos rifas donde el premio se esconde y el ganador ya se conoce desde antes del sorteo.
No queremos la típica promesa en campaña y que durante el encargo terminen por no bajarse el sueldo.
No queremos mandatarios públicos que no tengan claros los conceptos de libertad, inclusión o aceptación.
No queremos políticas públicas que sean reactivas a la voz de un solo hombre y terminen por reducir el problema a la prohibición sin reflexión.
No queremos más de lo mismo.
Los ciudadanos tenemos que encontrar el camino que nos permita canalizar esta serie de desencantos en un orden, en un entorno armónico.
Algunos de quienes apoyan al actual grupo político de mayor empoderamiento, sugieren que dos años es poco tiempo para corregir. Y tal vez tengan razón. Discutir si la serie de cambios que se han impuesto son propositivos o destructivos, en definitiva, dan para muchas más líneas. Lo seguro es que demostrado quedó que no importa el origen ideológico o la convicción de un individuo. Lo que ya debimos haber aprendido es que poder absoluto, corrompe absolutamente.
Los equilibrios y avances, aunque sean lentos, tienen la base en la convivencia e interacción de múltiples formas de ver, entender y hacer política. Conviviendo, acordando, encontrando los puntos en común.
Y todavía un poco más.
También ya descubrimos que quienes responden a su necesidad de poder, de influencia; movidos por su ego o sus pasiones, tienden a viciarse, tienden a la frenética búsqueda de satisfacerse. Es tiempo que no permitamos que nos ganen sus deseos.