Miniaturas
Por: Rubén Pérez Anguiano*
- Todo lo que pueda decirse de los debates políticos y legislativos del país palidece frente al horror del asesinato del presidente municipal de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, cuya cabeza apareció sobre un vehículo en una calle de la ciudad que comenzó a gobernar hace unos días.
- Nacido en 1981, con una licenciatura en Ciencias Políticas y Administración pública, el joven funcionario contaba con una sólida carrera en las instituciones locales: coordinador de Eventos Juveniles del gobierno estatal; director de Catastro en su municipio; director del instituto estatal para la Atención Integral de las Personas Adultas Mayores; diputado local, en fin…
- De militancia perredista, fue candidato por la coalición PRI-PAN-PRD, con la cual alcanzó el triunfo, con apenas 1705 votos de diferencia sobre la coalición Morena-PT-PVEM. Fue famosa la imagen cuando acudió a votar acompañado por su hijo: transmitía emoción y entusiasmo. Otras imágenes, cuando alcanzó el triunfo, dejan apreciar felicidad. No era para menos.
- Cuando se miran los acontecimientos hacia atrás, esas imágenes dejan un sabor amargo. Podemos preguntarnos: ¿valió la pena dedicar toda una vida al servicio público?, ¿valió la pena competir y ganar?, ¿valió la pena cumplir con el imperativo de una vocación?
- ¿Qué deberíamos decirle a uno de nuestros hijos o hijas que poseen vocación por la vida en las instituciones y la actividad política?, ¿que busque otra cosa por hacer, ¿que el país donde nació no le puede brindar la seguridad para su propia búsqueda de la realización personal?, ¿que sus aspiraciones no valen la pena?
- Cada vez más, quienes deciden cumplir con su vocación y aspiran a representar a la sociedad deben preguntarse todo eso, considerando la fragilidad de su existencia frente a la capacidad operativa de grupos que no dudan en asesinar para imponer sus condiciones, para “enviar un mensaje” o para responder a quienes los desafían.
- Días antes, el secretario del gobierno municipal, Francisco Tapia, también muy joven, fue asesinado a balazos en una céntrica calle de Chilpancingo, precisamente a una cuadra de la plaza principal. Este funcionario se había desempeñado como presidente del Instituto de Transparencia y Acceso a la Información del gobierno estatal.
- Colocar la cabeza del presidente municipal sobre un vehículo no es algo casual: es un mensaje aterrador. No sólo se dice que los responsables no tienen ni tendrán límites, sino que además se humilla públicamente al ser humano victimado. No es sólo la muerte: es el desprecio. Ese desprecio no es sólo hacia la víctima, es para toda la sociedad, una sociedad que mira impotente lo que pueden hacer quienes tienen el poder para hacerlo.
- Lo terrible se aprecia como algo normal. Lo grotesco se muestra como algo tolerable. Ya nos acostumbramos, podría decirse.
*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 56 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.