¿QUÉ VIENE?
Por: SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
Hasta la fecha nunca he tenido la oportunidad de conocer a nadie impoluto.
El orden del universo siempre nos ha mostrado, en algún momento, en algún punto, caos, lo que aleja del concepto de perfección a todo aquello que nos rodea. Desde la implosión o explosión de un astro que genera a su alrededor desorden e incertidumbre, hasta el mínimo brinco de una molécula de DNA que cambia las condiciones de una vida normal y convierte a ese ser en una mutación. Valga el vicio gramatical, estamos rodeados y vivimos en la imperfección.
Por supuesto que hay niveles o “gravedades” de estos desequilibrios. Hay fallos que son catastróficos y otros no tanto. Una célula que se “aloca” y decide comenzar un cáncer de páncreas no tiene las mismas consecuencias de aquel gen que hizo que alguien naciera con ojos verdes y por ello es más sensible a los efectos de la luz.
Y entonces, cuando sabemos de estos tropezones biológicos o cósmicos, el comportamiento en general del ser humano, claro está, es susceptible del error.
Si nos remitimos a muchas de las creencias religiosas, un concepto fundamental para la ascensión del espíritu tiene que ver con la aceptación de la equivocación, el arrepentimiento y el esfuerzo empeñado en no cometer nuevamente ese error. Por ello es difícil que alguien, con total honestidad, pueda tomar la piedra y arrojarla.
Sin duda, una diferenciación importante a la hora de evaluar moralidades tiene que ver con asumir la responsabilidad y consecuencias de esos actos fallidos.
En este contexto donde tenemos que admitirnos todos “pecadores”, creo que no es lo mismo que por mis decisiones u omisiones colapse una escuela construida de manera irregular o que caiga un tramo del Metro en Ciudad de México a haber copiado una mínima parte de mi tarea escolar. Situaciones en las que nos tocará decidir qué tan buena o mala es cada situación ahora a partir del DESTAPE.
MICROCUENTO
Se quebró. Solo espero ser capaz de recuperarlo, como esas vasijas japonesas a las que les rellenan las grietas con oro para que la cicatriz no se esconda, más bien se note bellamente y nos recuerde que a pesar de cualquier circunstancia siempre se puede reconstruir.