Mayor sobrevivencia de la población
En las primeras décadas del siglo pasado las enfermedades respiratorias, infecciosas y parasitarias provocaron la muerte de muchos niños, principalmente aquellos que no habían cumplido su primer año de vida. Los programas de salud llevados a cabo en ese periodo permitieron una mayor cobertura en los servicios de salud y un aumento en la implementación de nuevas tecnologías médicas que contribuyeron a un cambio epidemiológico.
Actualmente, los padecimientos crónico-degenerativos son las principales causas de muerte y ello es un síntoma de que la población sobrevive más tiempo.
El aumento en la esperanza de vida de los mexicanos se ha hecho evidente, en 1930 se vivía en promedio 34 años, observándose una mayor sobrevivencia en las mujeres (35 años) que en los hombres (33 años); ocho décadas después, la esperanza de vida se duplica (75 años) y la sobrevivencia en las mujeres amplía su brecha en casi cinco años, respecto a los hombres. Las diferencias que aún se presentan en el nivel de exposición al riesgo de fallecer de mujeres y hombres están en función de las actividades y los espacios donde se desempeñan unas y otros, así como de los estilos de vida diferenciados.
La esperanza de vida al nacer es un indicador que resume las condiciones de mortalidad en una sociedad y su tendencia permite evaluar las mejoras en el estado de salud de una población, por tanto, las diferencias observadas al interior del país reflejan marcados contrastes en los servicios de salud siendo un síntoma de inequidad de la población que los padece.
Guerrero, Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Durango y Sinaloa son las entidades que presentan la menor esperanza de vida al nacer (menor a los 75 años). El nivel de la mortalidad es diferente en cada grupo de edad y sexo, en 2010 se registraron 592 mil defunciones y la mayor parte se concentró en edades adultas: seis de cada diez aconteció en la población de 60 años y más y una de cada cuatro (24.4%) en adultos de 30 a 59 años. La población infantil (0 a 14) y joven (15 a 29 años) que falleció en ese año representa 6.9 y 6.3% de las defunciones totales, respectivamente.
La diferencia observada en el número de defunciones entre hombres y mujeres se encuentra condicionada a factores biológicos y sociales propios de cada sexo; regularmente la mujer tiene una mayor probabilidad de sobrevivencia porque es menos propensa a sufrir accidentes, y en general, adopta menos conductas violentas donde peligre su vida. En 2010 fallecieron 132 hombres por cada cien mujeres, esta sobremortalidad se da en todos los grupos de edad y es más marcada en el grupo de edad de 20 a 34 años que registra más de 300 defunciones masculinas por cada cien mujeres.
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