DIARIO DE EDUCACIÓN

La educación también es buena noticia

Por: Juan Carlos Yáñez Velazco

En semanas recientes tuve el privilegio de participar en distintas actividades de tres universidades públicas estatales. Varias lecciones extraje de las andanzas Tres me interesa resaltar. Mi primera conclusión es esperanzadora: la educación también es buena noticia.

La segunda, reafirma convicciones: en todas las escuelas hay buenos maestros, en todas las universidades hay gente comprometida, decidida a resolver con imaginación, tenacidad y determinación los problemas en su trabajo profesional, como el aprendizaje de los estudiantes o sus propias prácticas de enseñanza. La tercera: los maestros demandan espacios para ser escuchados, aprender, reconocerse y entusiasmarse.

En las tres universidades autónomas, de Coahuila, Yucatán y San Luis Potosí, encontré muchos colegas, maestros de bachilleratos y facultades, autoridades y directores, convencidos de la urgencia de cambiar, de la necesidad de transformaciones ante dificultades o por la búsqueda de cuotas más altas de calidad. Profesores convencidos y comprometidos.

Lo más enriquecedor fue el contacto personal, la conversación en la sala donde los maestros exponen carteles con sus ponencias y la forma emotiva en que narran sus ideas o proyectos, el involucramiento de los alumnos; me gusta escucharles con atención; mirarles a los ojos, además de las letras e imágenes de las mamparas, preguntar y asentir, esto es, reconocerles el esfuerzo genuino.

Por supuesto, también me gustan las preguntas y comentarios al terminar las conferencias. Una charla que concluye sin ellas es fracaso, pues no concitó diálogo o no resultó interesante. En una ocasión, un ponente antes que yo, terminó y el moderador ni solicitó interrogantes: agradeció y entregó un regalo al conferencista. Advertido, pedí previamente a los organizadores que no me hicieron lo mismo. Es que si uno tuvo 40 minutos o una hora para hablar, los asistentes deben tener tiempo para decir lo que piensan, sus acuerdos o disensos.

Los talleres o cursos son ocasión muy rica en posibilidades de comunicación, donde el coordinador puede aprender más de lo que comparte. Y de eso también tuve oportunidad, con una treintena de profesores de varias regiones coahuilenses, de bachilleratos y facultades, con quienes analicé un tema controvertido y apasionante: la evaluación docente.

Esa experiencia, esto es, el aprendizaje, el contacto personal en una profesión que es sustancialmente humana, es el más reconfortante de los beneficios de compartir tiempos y espacios con colegas de otras geografías y formaciones profesionales.

La educación también es una buena noticia cuando se busca y se promueve, cuando observamos atentos la tarea de los maestros o directores, cuando las autoridades abren los espacios y se instalan como protagonistas quienes deben serlo. Un privilegio de esta profesión a veces agotadora, desgastante, pero siempre estimulante.