DONAR, ACTO DE AMOR

TAREA PÚBLICA

DONAR, ACTO DE AMOR

CARLOS OROZCO GALEANA
Los medios reportaron la agradable noticia de una acción exitosa en la persona de Valeria Blanco Luna, de 25 años de edad, quien recibió un trasplante de riñón gracias a una donación multiorgánica, en lo que fue la operación 23 efectuada en el Hospital Regional Universitario, que cuenta con personal de cirugía altamente calificado, al igual que en otras especialidades.
Estas acciones han venido siendo promovidas por el incansable secretario de Salud, Carlos Salazar Silva, que anda por el territorio estatal abonando a la causa sanitaria del estado estimulando a todos en la Secretaría a su cargo a que den lo mejor de sí en el cumplimiento de sus funciones. Sin duda, está ejerciendo un liderazgo firme y de resultados. Puro trabajo, nada de grilla en su agenda. Buen secretario.

Impulsar la donación de órganos se ha vuelto en Colima una política de estado porque los últimos años hay gente fallecida por no tener al alcance un órgano que permita continuar la vida. Muchos mueren esperando esa tablita de salvación, por lo que cuando ocurre ese acto humanitario, como en el caso que comento, hay que ponerse alegres aunque no se conozca quien es la persona beneficiada; simplemente, hay que aplaudir por la vida salvada y darle gracias a Dios que dispone lo necesario para que todo resulte bien. El guía las manos de los médicos, sin duda.

Salazar Silva ha convocado a los colimenses a sumarse al programa de trasplante del HRU porque, dijo, “al donar se cambia la vida de una persona y de su núcleo familiar”. Tomémosle la palabra y mostremos nuestra calidad humana porque si bien la donación favorece a quien no conocemos ni conoceremos, ignoramos si algún día nosotros seremos los demandantes de un órgano para seguir viviendo.

Si para el Estado la donación es un acto de solidaridad humana, para la iglesia católica es un acto de amor, y vaya que lo es. Quien dona se eleva a las alturas del mismo Dios divino porque permite que una de sus creaturas, creadas a imagen y semejanza suya, pueda continuar en su misión en la tierra, que es la de ser feliz. Si alguien se va, otro se queda.

Quien dona ama, quien ama, dona. No hay término medio. Quien dona se despoja de todo vestigio de egoísmo y manifiesta su deseo de servir dando parte de sí mismo a sus semejantes. Se hace uno con Cristo doliente que vive en la persona afligida y así, el donante se convierte en un ser plenamente humano. Se asemeja a Cristo, que se donó a la humanidad por amor.

No tengo a la mano estadísticas para saber cómo se comporta la donación de órganos en Colima, pero supongo que es incipiente por la ausencia de una cultura de donación y por el significado equívoco que pueda dársele a esa acción, sobre todo en sectores mal informados o donde hay una cultura muy tradicional donde persisten atavismos irresolubles.

Pero las autoridades tienen el compromiso de seguir impulsándola. A la sociedad civil corresponde también una comprensión amplia de lo que ese acto de gran valor humano significa. Ha de promoverse, entonces, desde los hogares y en el sistema escolar desde el primer nivel hasta el último y entre la población derechohabiente de todas las instituciones del sector salud, una acción a fondo, permanente, voluntaria, pero con énfasis en que la conciencia de donar es lo que debemos de hacer para que se trasmita la vida en la persona sufriente y necesitada de un órgano.

Nadie sabe si, como ya dije, algún día uno mismo o un familiar requerirá de un acto tan generoso como el de recibir en donación un órgano para continuar viviendo, de ahí que ha de hacerse una promoción constante de los beneficios grandiosos que aquella conlleva. Hemos de educarnos para pensar diferente acerca de un hábito normal en otros países pero que, en México, ha costado tanto trabajo adoptarlo.