CAMBIOS
Una serie de cambios en la estructura de campaña de Ignacio Peralta Sánchez, candidato a la gubernatura por la coalición PRI-PVEM-NA, ocurrió con la incorporación de la senadora Mely Romero Celis, quien sustituirá en la coordinación general a Arnoldo Ochoa, y de Rogelio Rueda Sánchez, ex secretario general de Gobierno, como vocero del priista para responsabilizarse de las declaraciones políticas.
Estos enroques caminan cuando ya sucedió la tercera parte de los recorridos en la entidad para posicionar los planteamientos y propuestas de Peralta Sánchez, cuyo señalamiento apunta a que la coyuntura es propicia para la etapa de compromisos ante ciudadanos y exista “una mayor vinculación entre los candidatos en campaña de todas las posiciones”, por lo cual se decidió que Arnoldo Ochoa sea delegado especial ante el Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Ante estas modificaciones, pronto opinó el presidente estatal del PAN, Jesús Fuentes Martínez. Según él, los cambios son por “desesperación y evidente disgregación que existe en la misma estructura priista” y el crecimiento en las encuestas de Jorge Luis Preciado, a tal punto que ya tiene un “empate técnico”.
Sin embargo, el dirigente partidista no recuerda que, originalmente, se dijo que Martha Sosa Govea coordinaría la estructura panista, pero Enrique Michel Ruiz apareció al frente de la campaña. También omite que algunos militantes notables del PAN emigraron a otras organizaciones porque no tuvieron las condiciones internas de respeto a su trayectoria (un caso es el de Esmeralda Cárdenas, que contiende con las siglas del Partido Verde Ecologista por la alcaldía capitalina).
Las salidas de militantes no son privativas del PRI o el PAN. De hecho, se vienen convirtiendo en característica habitual de la política estatal y nacional. Esta situación crea, en el electorado, desconcierto y falta de credibilidad en el ejercicio público. Más que intentar persuadir con guerra de encuestas (la demoscopia es, siempre, una fotografía temporal), hay que saber interpretar los datos sin tergiversar su contenido, mucho menos manipularlo.
Todos los candidatos deben abandonar, a estas alturas de la contienda, las propuestas imposibles porque el descreimiento cívico les ajustará cuentas en las urnas el próximo 7 de junio. La cita es inapelable y el tiempo pasa.
