EFECTOS DE LA SOBREEXPOSICIÓN A PANTALLAS MÓVILES EN LA INFANCIA

EFECTOS DE LA SOBREEXPOSICIÓN A PANTALLAS MÓVILES EN LA INFANCIA
Por: Sarita Salgado Torres

Cada día es más frecuente observar el uso de dispositivos móviles desde la primera infancia. A este grupo infantil se le suele llamar “nativos digitales”, dotados de gran influencia de pantallas ya sea de televisor, tabletas y celulares que pueden alterar su desarrollo físico, cognitivo, lingüístico, motor, emocional y social.

Se sabe que los primeros años de vida se caracterizan por un desarrollo estrepitoso, es decir, es un periodo de gran plasticidad cerebral, se triplican todas las conexiones cerebrales, es el momento en el que todas las experiencias internas y externas ejercen una gran influencia en el desarrollo. El cerebro humano de los 0 a los 6 años de vida  se encuentra en formación y precisamente una de la zonas más sensibles a la influencia del medio ambiente es la Corteza Prefrontal (CPF), responsable de la planificación, concentración, inhibición de impulsos, resolución de conflictos, atención, memoria operativa, autorregulación emocional, entre otros; exponerse a temprana edad por largos periodos de tiempo a pantallas puede llegar a enlentecer el desarrollo de la CPF, generando un mayor riesgo de presentar conductas impulsivas, agresivas, adictas y tomar decisiones inadecuadas.

Una de las funciones ejecutivas considera la proveedora de la voluntad, consciencia y perseverancia, es la concentración, que se ve alterada; existen múltiples estudios  que mencionan como las pantallas ofrecen hiperestimulación al cerebro, brindando la posibilidad de saltar de una actividad a otra o de interactuar mediante contenidos que no implican un mayor esfuerzo de su parte, de tal manera que el scrollear (mover verticalmente el dedo en la pantalla para acceder rápidamente a contenidos de corta duración como son los videos cortos de tik tok o youtube), estimula los sentidos mediante luz, sonido y movimiento; externos y completamente pasivos físicamente.

Así mismo, el uso intensivo de pantallas en los padres se asocia con menor interacción con sus hijos, que a su vez va generando inmadurez de un pensamiento simbólico que no se desarrolla por la falta de un juego de roles, por tal motivo el mundo digital no permite la exploración del medio que rodea al menor. Cuando el adulto esta enganchado a una pantalla, la calidad de la relación queda fragmentada, debido a que los niños necesitan de la relación sostenida con sus padres para facilitar las conexiones cerebrales.

Se sabe que las pantallas alteran el desarrollo estructural y funcional adecuado de la CPF, así como pueden conducir a una interacción social distorsionada, por la falta de empatía, en estudios comparativos entre menores expuestos a pantallas excesivamente y los no expuestos, se concluye que la sobreexposición a pantallas permea la irritabilidad, falta de tolerancia a la espera o a la frustración, ansiedad y depresión.

Dichos estudios muestran una asociación entre el uso excesivo de pantallas y el retraso en habilidades cognitivas, motoras, lingüísticas (adquisición del habla) y psicosociales, además de un amento en problemas conductuales, llegando a la conclusión de que el juego con juguetes tradicionales se relaciona con la adquisición de una mayor cantidad de palabras y de una mejor calidad de lenguaje en comparación con el uso de pantallas, es así como leer un cuento a los niños, jugar en espacios abiertos, interactuar con sus pares aumenta la posibilidad de resolver conflictos de manera asertiva y tener más habilidades sociales. A esto se suma que el juego de simulación promueve la autorregulación debido a que los pequeños, al tener que fingir, ajustarse a roles y colaborar en el contexto imaginario, mejoran su capacidad de razonar frente a situaciones hipotéticas.

En cuanto al sueño, se sabe que, a mayor exposición de pantallas en el dormitorio en los primeros años de vida, más pesadillas, terrores nocturnos y menos minutos de sueño por noche, ya que la pantalla emite una luz azul alteran el ritmo circadiano, decrementando los niveles de melatonina, hormona que favorece la conciliación del sueño, por lo que hay menos reparación y espacio en su memoria que le permita al día siguiente aprender, así como su sistema inmunitario no está listo para atacar a los agentes infecciosos.

Es importante conocer que los niños al verse expuestos a pantallas a una temprana edad, empiezan a emplearlas como recurso que salva del aburrimiento, porque les proveen las dosis de dopamina que les mantiene entretenidos, sin embargo, es paradójico porque para muchos adultos es su mejor herramienta, que les permite continuar con sus apresuradas vidas. Se sabe que cuando un niño tiene una rabieta y los padres le dan el celular como mecanismo de autorregulación para distraerlo de la frustración le están limitando que aprenda otras formas de afrontar la vida y encontrar el alivio.

En Estados Unidos se realizó un estudio longitudinal con adolescentes de 12 y 13 años a lo largo de tres años, que habla de los efectos de estos nativos digitales o huérfanos presenciales, en esté se demostró a mayor horas de conexión mayor afectación neurológica, ya que la sobreexposición a redes sociales o videojuegos afecta los núcleos que tienen que ver con la regulación de emociones, el córtex prefrontal del que se hablaba anteriormente, en donde están las funciones ejecutivas como: planificación, organización, saber discriminar lo importante de lo secundario, lo complejo es que una vez que se queda esta huella en el cerebro es muy complejo borrarla.

La adicción a dispositivos se puede crear desde el momento en el que el niño se adhiera al sistema de recompensa en los videojuegos, reconocimiento que muchas veces no obtiene en la vida real, situación que incrementa de manera falsa su autoestima. La Dra. Nora Volkow directora del Instituto Nacional sobre el abuso de drogas, precisa, que existen cambios en el sistema de dopamina que afectan las regiones frontales del cerebro involucradas en la motivación, el impulso y el placer, de tal manera que el retirarlo es altamente peligroso al provocarse un síndrome de abstinencia, que puede conducir a conducta violenta con tal de volver a “consumirlo”. Por lo que debe ser un proceso de desensibilización, promoviendo regular espacios de navegación en la red y espacios libres de dispositivos, hasta poder sustituirlos.

Si las pantallas acompañan a la familia en la hora de comer, existe la posibilidad de sobrepeso y obesidad, así como se limita la comunicación efectiva entre los miembros de la familia. Urge que los padres administren de manera adecuada la exposición a pantallas en los menores, para gozar de las ventajas del mundo virtual sin perjudicar su sano desarrollo integral.

Ante la pregunta del tiempo considerado sobreexposición la Academia Americana de Pediatría, recomienda sobre el uso de pantallas para promover un desarrollo saludable en la primera infancia, que de los 0 a los 18 meses se evite el uso de pantallas completamente, a partir de los 18 y hasta los 24 meses solo contenidos de alta calidad acompañados de los padres, de los 2 a los 5 años se recomienda un máximo de 30 minutos diarios, acompañados y sin introducirlo como un hábito, a partir de 6 a los 12 años se puede una hora al día. Sin embargo, dichas recomendaciones no son acatadas regularmente, ya que actualmente el promedio de horas diarias en este último grupo de edad es de 5 horas.

Es importante proteger a la niñez, no se recomienda incentivar a los niños por lo hábiles que son con las pantallas porque se puede limitar su desarrollo solo a este ámbito. Es vital recordar que hay momentos para cada circunstancia y seguramente en cuanto su cerebro se desarrolló será capaz de discernir qué información es prioridad y real, una vez que tenga esta capacidad crítica puede manejar redes sociales o videojuegos.

Tener un plan familiar en casa para el uso de pantallas, con una introducción progresiva según la edad, definir el uso recreativo, educativo o social de los dispositivos y  límites de tiempo tanto en los hijos como en los padres podrá ser la mejor herramienta de prevención y sensibilización, debido que aún no existen políticas públicas y la industria tanto de videojuegos como las redes sociales no lo permitirá tan fácilmente, por tal razón es preciso ayudar a las familias a gestionar el uso de dispositivos y educar o alfabetizar digitalmente a la población.

Se recomienda frente a los contenidos:

  • Previsualizar los programas, juegos y aplicaciones antes de permitir que el niño lo vea o juegue con ello.
  • Buscar opciones interactivas.
  • Utilizar controles parentales para bloquear o filtrar el contenido inadecuado. para la edad.
  • Supervisar actividades en la red.
  • Eliminar la publicidad.
  • Evitar programas de ritmo rápido.
  • Limitar el contenido violento, terror o sexual.

En la familia se recomienda:

  • Estructurar un horario con tiempos determinados sin dispositivos durante la comida, la tarea o antes de dormir.
  • Cargar los dispositivos fuera del dormitorio del menor.
  • Poner aplicaciones en donde se limite el tiempo del dispositivo.
  • En los hijos mayores enseñarles lo que está permitido y lo que no en medios digitales, como el acoso cibernético, sexting o compartir información personal.

Ciertamente es imperioso educar digitalmente a la población, estructurando y equilibrando el tiempo de calidad en familia, de actividades artísticas, físicas, recreativas, ocio y de pantalla, tanto en adultos como en menores. En suma, ser dueño de la voluntad de decidir cuándo usar la pantalla, recordando que las pantallas no son buenas ni malas, es el uso que se les da estas lo que se vuelve adecuado o inadecuado.

Dra. Sarita Salgado Torres
Psicoterapeuta Cognitivo Conductual infanto juvenil
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