“Vengo a rendirle cuentas”, fueron las palabras que pronunció Rafael Zamarripa, director del Ballet Folklórico de la Universidad de Colima (BFUC), cuando ingresó al despacho privado del rector Miguel Ángel Aguayo López.
Luego el artista, quien está celebrando cincuenta años de trayectoria, comenzó a enlistar los pormenores de la gira que la agrupación universitaria realizó –durante mes y medio– por varias provincias francesas donde ofreció, en cinco festivales diferentes, 25 actuaciones que acariciaron la sensibilidad de la comunidad europea.
Convocado por la UNESCO, a través del Consorcio Internacional de Organizadores de Festivales Folklóricos, el cuerpo de bailarines y músicos del Ballet Folklórico cruzó el Océano Atlántico para presentar, a los europeos, espectáculos totales paridos por la imaginación, siempre efervescente, del maestro Rafael Zamarripa, quien considera que las bellas artes son una tabla de salvamento para combatir las críticas situaciones de inseguridad por las que atraviesa el país.
“La cultura suaviza, modifica, elimina en cierta forma esas situaciones desagradables –añadió–. En cierto sentido, me siento responsable de la formación de los bailarines; ellos son ciudadanos no de otra estatura ni de otra medida –sería pretensioso decir eso–, pero ven las cosas con mayor serenidad, con más orden y cuidado, con la intención de mejorar siempre”, subrayó el director del BFUC, ya en entrevista.
Esta gira fue especial por varias razones: Rafael Zamarripa –quien recibió dos medallas como reconocimiento a su trayectoria artística– fue nombrado padrino del Festival de Martigues, y los bailarines estuvieron óptimos en sus presentaciones. Además, hubo saldo blanco: ningún enfermo, herido o accidentado.
“Mi compañía estuvo entera del inicio al fin de la gira: no se veían cansados o maltratados; estuvieron entregados en mente y cuerpo en cada función”, no es casual: los integrantes del ballet se han sometido a largas sesiones de entrenamiento con la técnica Graham y la técnica Limón, las cuales dan el soporte a una expresión dancística. Por donde se les observe, los integrantes del Ballet están “mejor que nunca”, sostiene Rafael Zamarripa.
Vienen desbordados, con anécdotas y hazañas para compartir: que se hospedaron con familias francesas, que visitaron el Museo de Louvre, que capturaron la atención de la prensa europea, que se presentaron en espectáculos masivos ante miles de europeos, quienes batieron palmas hasta no poder más.
Y Zamarripa disfruta con esas experiencias de vida: goza cuando ve que a los bailarines y músicos del ballet se les inflan los ojos como globos aerostáticos cuando se enfrentan a un paisaje o un edificio francés. Para el 80 por ciento de los integrantes del BFUC, ésta fue su primera gira por Francia, y seguramente cruzan los dedos porque se repita una y otra vez.
Las sesiones de trabajo fueron, sin embargo, exhaustivas: El ballet se pasaban la mayor parte del día ensayando. El propio Rafael Zamarripa admite que para él fue una gira satisfactoria pero también cansada: los dolores en las rodillas le impidieron, por ejemplo, recorrer a placer las calles de las provincias francesas.
Y aunque a veces el cuerpo pide descanso, Rafael Zamarripa confiesa que seguirá al pie del cañón. También apunta que tiene dos excelentes amigos y colaboradores: Juan Carlos Gaytán, subdirector de la agrupación, y Christian Gutiérrez, coordinador administrativo de la agrupación universitaria, quienes además de ser excelentes bailarines, son sus más cercanos colaboradores.
“Lo mejor que he hecho toda mi vida es preparar gente, crear equipos y pretendo seguir haciéndolo todo el tiempo”, subrayó Zamarripa quien, en su encuentro con el rector, agradeció el abrigo que han recibido, ininterrumpidamente, de la casa de estudios colimense.