CRÓNICA SEDENTARIA
Avelino Gómez
Una de las cosas más inquietantes que nos trajo la nueva normalidad es ver a nuestros servidores públicos portando cubrebocas.
Cuando se contemplan las imágenes de un grupo de gobernantes, legisladores o funcionarios embozados, uno tiende a confundirlos con una banda de maleantes que están a punto de cometer un atraco; o que ya lo cometieron, y se han tomado una fotografía para perpetuar el momento.
Esta falsa percepción sobre nuestros representantes de gobierno no es nueva, claro, pero el uso de barbijos sólo vino a reforzar la desconfianza que puede —y debe— tenerse sobre ellos.
Es como si la pandemia hubiera puesto los puntos sobre las íes, reforzando los prejuicios que tenemos de nuestros descarados político. Y es inquietante que funcionarios y representantes populares insistan en posar, con la mitad del rostro cubierto, para las fotografías de prensa. Acostumbrada al culto de la personalidad, la clase política no puede renunciar a sus fotografías en los periódicos, pese al cubrebocas, y aunque apenas sean reconocibles por las arrugas en el entrecejo.
Por otro lado, uno esperaría que el uso del cubrebocas constituyera una barrera de contención a la lengua de quienes busca la notoriedad lanzando discursos, consignas y declaraciones. Pero no. Algunos optaron por no usarlo. Y se entiende: los oficiantes de la demagogia requieren que los ciudadanos veamos, para convencernos, cómo mueven sus labios y cómo tragan saliva y respiran hondo entre una promesa y otra.
La noticia es que, pronto, el cuberbocas también adquirirá un simbolismo económico. No sé si de estabilidad o inestabilidad económica, pero al fin vendrá a significar algo para el empresariado. Ya lo declaró el titular de la Secretaría de Hacienda, Arturo Herrera, en una reunión (virtual) con inversionistas y empresarios (21 de Julio). Palabras más, palabras menos, Herrera dijo que el uso habitual de barbijos no sólo protegerá a los ciudadanos del contagio, sino también que permitirá “relanzar la economía con éxito”. Y es que la pandemia del nuevo coronavirus se anticipa larga y duradera.
Por lo pronto, uno entra a los bancos con el cubrebocas puesto haciéndose la ilusión de estar participando en un vengativo atraco, aunque la realidad es contraria y perjudicial con uno mismo. Aguarden: quizá esa falsa ilusión es lo que significa “relanzar la economía con éxito”. Quizás.