El declive

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Por: Rubén Pérez Anguiano*

Para comenzar un brevísimo muestrario:

  • Los problemas asociados a la seguridad pública se intensifican. Da la impresión de que en el país, en zonas extensas del país, la delincuencia (organizada o no) domina a sus anchas, sin más límites ni contrapesos que la actuación de otros grupos delincuenciales, es decir, sin temor alguno por parte de las instituciones.
  • Los retos en salud no lograron resolverse, más bien se agudizaron. La respuesta gubernamental fue insuficiente frente a los más variados cuestionamientos y llegó a extremos anecdóticos, propios de la ocurrencia y no de una planificación responsable, como es el caso de la llamada “Megafarmacia del Bienestar”.
  • La injerencia del presidente en los temas electorales se volvió recurrente, como si no le importaran los valores democráticos que abrazó durante buena parte de su vida pública, al menos en lo discursivo. Esa intromisión sobrepasa lo que la sociedad apreció en las últimas décadas, como si fuera una regresión a los vicios del “antiguo régimen”.
  • Los valores del republicanismo nunca alcanzaron niveles de excelencia en el modelo político mexicano, pero en este gobierno llegaron a lo absurdo. Es como si al presidente le estorbaran las cámaras legislativas lo mismo que la actuación del poder Judicial. El pobre desempeño de las ministras enviadas por el presidente es una muestra de su visión hacia las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
  • Los organismos constitucionales autónomos, como la famosa Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), enfrentan el deterioro y hasta el desprecio. Es conocido el interés del presidente por desaparecer muchos de esos organismos, pero el caso de la CNDH supera toda previsión: la titular se dedicó sistemáticamente a su ruina y ahora propone, con total desvergüenza, desaparecerla para crear otra cosa en su lugar.

En fin, si se leen con cuidado los acontecimientos de los últimos meses, los problemas acumulados en el país y los fallidos empeños y ocurrencias presidenciales, podremos llegar a una conclusión: la historia comienza a elaborar su veredicto.

Se respira la ruina de la gestión presidencial en casi todos los temas, por lo menos en los más importantes.

El deterioro del ciclo presidencial hace evidentes los fracasos con más claridad.

Así es siempre: los presidentes se muestran orgullosos y autosuficientes hasta que llegan a los momentos finales del poder institucional. Entonces se aprecia que las victorias fueron modestas y que los errores fueron definitivos.

Por desgracia, poco consuelo nos quedará a los que no votamos por el actual presidente y que dijimos a tiempo que algo o mucho estaba mal, porque los efectos adversos de esta gestión los sentiremos y sufriremos todos.

El daño puede ser perdurable. Ojalá y estemos equivocados.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 55 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.