Mal entendió Martín Flores el mensaje que le envió el PAN para realizar un pacto estatal contra la delincuencia, su intención era decirle: “No nos hagamos daño compadre”. Preocupados los panistas por los hechos del casino Royale en Monterrey, quizás el suceso violento más escandaloso, se suman al llamado de su Presidente Calderón, de los empresarios del régimen y las televisoras a la unidad nacional.
En este contexto, le proponen al PRI Gobierno un civismo distorsionado entre iguales para no hacerse daño, es decir, la derecha (PRIAN) puede rasguñarse, bofetearse e insultarse en cualquier otro tema pero jamás en el más sentido por los ciudadanos, la inseguridad. No vaya a ser que surja una insurrección civil, una protesta organizada, que altere el curso normal de la transferencia del poder entre las élites del país y que por allí, por una revuelta social provocada por sus malos gobiernos, se les vuelva a colar el PRD o la izquierda en la Presidencia de la República. Esto sí sería terrorismo, el que sienten tanto el PAN como el PRI, de perder el poder debido a que se les desborde aún más el tema de la inseguridad.
Los pactos políticos entre partidos y gobernantes han demostrado su ineficacia e incumplimiento de los compromisos suscritos. Basta recordar el pacto nacional por la seguridad firmado en Chapultepec a raíz de la muerte de la hija de Martí o los diálogos por la seguridad que convocó el año pasado el Gobernador del Estado. Nada de lo ahí planteado se ha puesto en marcha. Lo que ambos partidos en el poder, uno local y otro federal, debieran de hacer es replantearse la estrategia de combate al crimen organizado, que sólo ha dejado miles de víctimas inocentes y que en Colima suman casi un centenar. Deben plantearse como gobiernos, políticas públicas encaminadas a mejorar las condiciones salariales de los policías, aumentar el número de plazas, limpiar los cuerpos policiacos, equipamiento, capacitación, combatir la corrupción desde los altos mandos, realizar tareas de prevención de delito, crear índices de inseguridad y mapas de criminalidad, generar empleos, garantizar la educación laica y gratuita hasta el nivel profesional, disminuir la desigualdad social. Todo esto en verdad, requiere de una forma de gobierno muy diferente a la que ofrecen el PRI y el PAN.
Cree el PAN que su llamado a la unidad nacional o sus pactos con el PRI, a los ciudadanos se nos van a olvidar las muertes de inocentes en el casino de Monterrey, la de los niños en la guardería ABC en Sonora, los mineros de Pasta de Conchos en Coahuila y los casi 40 mil muertos por la mal llamada guerra contra el narco. Cree el PRI que si acepta esta tregua con el PAN se nos va a olvidar la muerte de la joven Andrea Rodríguez, de Silverio Cavazos, de Saúl Adame y de los más de 220 ejecutados que van por la guerra del narco en Colima. Hasta creen.