Un satélite de la NASA de más de seis toneladas cayó a la medianoche del viernes en la Tierra, pero se ignora el lugar exacto, anunció la agencia espacial estadounidense NASA a primeras horas del sábado.
El Satélite de Investigación de la Atmósfera Superior Terrestre (UARS, por su sigla en inglés), puesto en órbita hace 20 años por la NASA, cayó en la Tierra en la madrugada, pero «por el momento se ignoran la hora y el lugar precisos», confirmó la NASA.
«El satélite estaba pasando en dirección al este sobre Canadá y Africa, así como grandes sectores de los océanos Pacífico, Atlántico e Indico durante ese período», afirmó esta agencia en su último informe.
No obstante, la agencia AP reportó que el Centro de Operaciones Conjuntas de la Fuerza Aérea y la NASA dijeron que el satélite, del tamaño de un autobús, penetró la atmósfera terrestre para caer sobre el Océano Pacífico, aunque eso no significa necesariamente que todos sus fragmentos hayan caído sobre el mar. Los cálculos de la NASA pronosticaron que se esparciría a lo largo de 800 kilómetros (500 millas).
Se anticipó que unas 26 piezas del satélite, con un total de 550 kilogramos (1.200 libras) de metal pesado, caerían en tierra. El mayor de los fragmentos no debía pesar más de 135 kilos (300 libras).
Es el satélite más grande de la NASA que cae a la Tierra en caída no dirigida desde la estación espacial Skylab y el satélite Pegasus 2, ambos en 1979.
Descartan riesgos
La NASA insistió reiteradamente en que sólo hay un riesgo «muy remoto» para las personas y recordó que en 50 años de exploración espacial nadie resultó herido por un desecho caído en la Tierra.
Existe una posibilidad en 3.200 que alguien en algún lugar del mundo sea golpeado por uno de esos desechos, lo que en un planeta deshabitado en el 90% de su superficie, se transforma en una probabilidad de 0,03%.
De hecho, la agencia asegura que desde el comienzo de la era espacial no se ha confirmado ningún caso en el que haya resultado herida una persona por un objeto espacial durante la maniobra de reingreso.
En el caso de que los restos del satélite caigan en una área poblada o cerca de una, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos advierten de que los ciudadanos no deben tocar estas piezas, sino avisar del hallazgo a las autoridades.
Ante los rumores que han circulado por Internet de que las piezas podrían contener material radiactivo, la NASA se ha visto obligada a desmentirlo y ha aclarado que la recomendación de no tocar los restos del ingenio radica en que son afilados y pueden cortar.
Además de las razones de seguridad, los ciudadanos no deben tocar los restos porque estos son propiedad del Gobierno de Estados Unidos, de manera que, insisten las autoridades, «no pueden venderse a coleccionistas ni a través de la página eBay».
El transbordador «Discovery» transportó en 1991 este satélite de seis toneladas diseñado para medir los cambios atmosféricos y los efectos de la contaminación, que emprendió su camino de regreso a la Tierra hace seis años.