En las últimas semanas, en Colima se ha escuchado que “truena el volcán”; igual sucede con la caída de ceniza, situaciones que preocupan y en ocasiones alarman a sus habitantes, pues se considera que algo catastrófico puede ocurrir con el coloso más activo de México. Sin embargo, ambos eventos forman parte de la vida normal del volcán.
¿Cómo es que a varios kilómetros de su base se pueda escuchar ese tronido? ¿Por qué nos cae ceniza? ¿Por qué la columna eruptiva se eleva varios kilómetros? ¿Esto es un reflejo de la actividad y la peligrosidad de su actual ciclo explosivo? Éstas son algunas preguntas que surgen en la mente colectiva.
En entrevista, Raúl Arámbula Mendoza, encargado del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones de Vulcanología (CUEIV) de la Universidad de Colima, explicó que tanto la elevación de la columna eruptiva, comúnmente conocida como “fumarola”, y el sonido que emite el volcán durante sus explosiones, están relacionadas con la dirección del viento.
Cuando el magma y los gases, en su camino hacia la superficie, rompen parte del cráter, del domo o del material que hay en el conducto volcánico, se generan sismos de baja magnitud que no son perceptibles para el humano; sin embargo, la gente dice que sintió un movimiento.
En este caso, Arámbula Mendoza dice que no se trata de un movimiento sísmico sino de una “onda de choque” provocada por la explosión: “Es una onda de presión que viaja desde el cráter del volcán hasta cierta distancia, y se siente como una onda de aire que puede mover puertas y cristales, e incluso puede darse el caso de que los rompa, sobre todo en localidades muy cercanas”, explicó.
“Lo que percibimos el sábado 7 de enero, por ejemplo, fue una onda de choque, además de que también se escuchó el tronido, porque se fracturó el domo. Escucharlo o no depende de los vientos, que en estos días han soplado de norte a sur y de norte a sureste. Lo que percibimos no fue un sismo, sino la onda de choque”, agregó el experto.
Afirmó que el aire juega un papel importante porque los sonidos se transmiten a través de éste y también ayudan a trasladar la ceniza.
“Cuando el domo se fractura, se genera una columna de gases y ceniza que es trasportada por el viento dominante en ese momento; al mismo tiempo, éste las sostiene para que alcancen cierta altura, por lo que las explosiones vulcanianas, como las que se presentan hoy en día, no están directamente relacionadas con la energía de la explosión”, abundó.
Entre más energía manifieste la explosión, dijo, “probablemente haya mayor altura en la fumarola, pero las explosiones que tenemos ahora, conocidas como vulcanianas, no son representativas de la explosión porque dependen mucho de los vientos”, comentó el investigador.
Por ejemplo, explicó que “una explosión puede generar una columna de cuatro kilómetros; en cambio, si el día de mañana hay vientos muy fuertes, la misma cantidad de energía genera una de dos kilómetros”.
Sin embargo, este fenómeno no sucede de igual forma en erupciones plinianas como las acaecidas hace más de cien años en el coloso de fuego: “En este tipo de explosiones, el viento no hace gran cosa debido a la gran energía de la explosión, pero en las vulcanianas éste sí juega un papel importante”, finalizó.
En conclusión, dijo el investigador, el viento en los fenómenos volcánicos tiene un papel importante, de ahí la importancia de mantenerse informados a través de las fuentes oficiales y de no hacer caso de rumores. BP