En 2017 la forma de vestir, el peso o estatura, la edad y las creencias religiosas fueron, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Discriminación (ENADIS), las principales causas de discriminación. Para 2021, la Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México arrojó que tener la piel morena y ser pobre son las causas más recurrentes para ser discriminado.
Esta última encuesta también se realizó en 2017. En ese entonces, la educación y la preferencia sexual tenían los porcentajes más altos de discriminación. Esto nos habla, dijo el Dr. Enoc Francisco Morán Torres, profesor-investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad de Colima, de que “los parámetros de discriminación no han cambiado, sino que el abanico se amplió”.
Este primero de marzo se conmemora el Día de la Cero Discriminación, proclamado en 2013 por la Asamblea General de Naciones Unidas para generar conciencia sobre el derecho que tienen las personas a vivir una vida plena, con dignidad y sin discriminación. Pero ¿de qué hablamos realmente cuando nos referimos a la discriminación?
La discriminación, dijo en entrevista Enoc Morán, implica un trato desfavorable hacia una persona, injusto y que vulnera sus derechos; “desde el ámbito jurídico, discriminar se refiere al hecho de que no se le tutelen sus derechos a alguien a partir de condiciones sociales, económicas, de origen, de etnia o incluso de lenguaje; es decir, todas las condiciones que se ponen de obstáculo para no proteger los derechos de las personas son otra forma de discriminación, y el Estado tiene obligación de respetar este acceso, pero también de prevenir esta discriminación”.
En el caso de México, comentó el investigador, el tema de la no discriminación tiene base constitucional; “el artículo primero, párrafo quinto de la constitución, establece que las personas no deben ser discriminadas”. También está la Ley Federal para Prevenir o Eliminar la Discriminación; pero éstos no son los únicos sustentos. La Convención Americana de los Derechos Humanos, en su artículo primero, dice que “nadie puede ser discriminado en el ejercicio de sus derechos; también establece la obligación de los estados para garantizar esta no discriminación”.
La Ley Federal para Prevenir o Eliminar la Discriminación es muy interesante, dijo Enoc Moran, “porque además de que define qué es discriminar, explica cómo trabajar en la prevención; esta parte es fundamental para generar un sentido de empatía, de solidaridad, que es básica para lograr la cultura de paz (este concepto no se refiere al fin de un conflicto entre naciones, sino a un diálogo permanente, constructivo, a partir de las diferencias)”.
“Se trata -continúo- de comprender que no puedo aspirar a que los demás tengan mis circunstancias o que los demás vean la vida o tengan los planes y proyectos que yo tengo, sino que a partir de nuestras propias ideas o visión podamos consensuar, dialogar y llegar a acuerdos. En ocasiones no se llegarán a acuerdos, pero se deberán respetar las decisiones y opiniones”.
A partir de esta idea, el investigador reconoció la importancia del giro que le han dado los organismos encargados de erradicar este tipo de conductas, pues ahora se le da más peso a la búsqueda de estrategias que permitan terminar con la discriminación, que a las sanciones que se puedan dar; si bien, aclaró, “sancionar no me parece incorrecto”, esto no genera un cambio, como sí podrían hacerlo un curso de sensibilización o el fortalecimiento de la cultura de la no discriminación y otros aspectos preventivos”.
¿Qué hacer cuando soy sujeto de discriminación? Las instancias encargadas de recibir las denuncias son el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), a nivel federal, y en el estado la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima, quienes se encargan de investigar y sancionar; “desafortunadamente -dijo el investigador-, no todos hacen esta denuncia, porque hay personas que son sujetos de discriminación sin darse cuenta”.
Por ejemplo, el CONAPRED pide que aquellas personas que realizaron algún comentario o discriminación, se disculpen de manera pública; “ésta es una medida, no se trata de un elemento mediático, sino que permite a la persona que discriminó estar consciente de que lo que dijo no fue lo adecuado y que las personas que escucharon ese mensaje, y que lo tenían normalizado, comprendan que no fue el adecuado”.
También habló de los criterios que emitió la Suprema Corte de Justicia (SCJN), para que los tatuajes no fueran un motivo para no contratar a una persona.
Por ello, reiteró la importancia de generar políticas públicas que ayuden a trabajar en la cultura de la no discriminación, no sólo en las universidades sino en todos los niveles educativos, en la las familias y los estados; “nos hace falta cultura en este sentido, porque el hecho es que regularmente se dan estos comentarios en torno a estereotipos”, como el de las y los migrantes, que se cree que siempre roban, o la condición de pobreza, que se invisibiliza.
Eliminar estos estereotipos, dijo, “se puede hacer a través de la sensibilización, de crear una cultura de diálogo y de la importancia del respeto a la persona”.
Finalmente, comentó que “a partir de la noción básica, que es la dignidad humana, y partiendo de que somos diferentes, que tenemos intereses diversos y que cada uno tiene sus propios objetivos, lo interesante es ver cómo logramos estos fines sin detrimento de los derechos o de los intereses de los demás”.