Por Edgar Cazares
*La ciudad y puerto de Manzanillo está de cabeza. En todo este 2020 se han acumulado una serie de vicisitudes que no nos dejan ver la luz al final del camino. Y también se respira en el ambiente un ánimo de desesperanza que lejos de permitirnos ver la salida a todo esto nos ofrece un panorama más bien desalentador.
Y no solo se nos presenta un panorama de desolación y muerte a causa del COVID-19, lo que nos ha dejado a muchos un gran pesar, sino además ahora –aunque especialmente desde el paso de la Tormenta Hernan- se acumulan otros problemas como pérdidas materiales para muchas familias, casos de dengue en aumento, calles en mal estado, la inseguridad –más aún los delitos de gran impacto- a la alza, deficiencias en el abasto de agua, fallas severas en el drenaje sanitario y, como si todo lo anterior no fuera suficiente, suspensión del servicio de recolección de basura a raíz de la clausura del relleno sanitario de Manzanillo que, sin el ánimo de acusar a nadie pero tampoco de liberarlos de responsabilidad, lleva varios años funcionando al límite y en no muy pocas ocasiones operando en la ilegalidad.
No obstante lo que me parece agudiza el alcance de todo lo anterior es la intransigencia del municipio –o de la propia presidenta municipal- así como la obstinada pretensión de buscar culpas en terceros o en el pasado, al más puro estilo de la escuela lopez-obradorista.
Olvida a los gobernantes de las 4T que se “les contrató” –vía voto directo y secreto- para resolver los problemas del país, desmadejar el entuerto que había fastidiado a muchos ciudadanos pero en lugar de ello lo que encontramos, porque más allá de periodista soy ciudadano, son pretextos, discursos estériles y hostiles que a nada conducen, mucho menos a solucionar la grave realidad que pesa sobre todos los moradores del puerto.
Creo que ha habido avances sin duda, aunque a la alcaldesa Griselda Martínez le sobra quien la defienda, pero no se debe dejar de lado, porque es valedera, la exigencia para aspirar a mejores estándares de vida. Como la vida diaria, en el trabajo, en la escuela o en casa, debemos todos acostumbrarnos a la exigencia máxime cuando esta es planteada en forma justa y respetuosa.
Y si a eso agregamos que a los servidores públicos para ello se les paga –muchos con emolumentos estratosféricos-. Pero queda claro que en Manzanillo muchos funcionarios púlicos–porque la mandataria porteña no es la única a la que se le pueden “echar culpas”- son de piel muy delgada y memoria muy corta.
De continuar así las cosas no podemos aspirar a tener un municipio mejor sino, me parece, a una ciudad igual… o peor.
*Porque cuando estalló todo este tema del relleno sanitario porteño con la consiguiente suspensión de la recolección de la basura el municipio –léase la alcaldesa Griselda Martínez- se argumentó que no era posible enviar los residuos al relleno de Tecomán.
Horas después los integrantes de la Asociación Paseo de Las Brisas dieron la muestra de que sí era posible tras organizar y realizar las gestiones, vía diálogo respetuoso, para lo que el Ayuntamiento consideraba imposible se hiciera factible. Tan es así que los particulares en mención pusieron de su bolsa para retirar los desechos que inundaban esta delegación y trasladarlos para su confinamiento adecuado al municipio iguanero.
Lo anterior nos lleva a pensar que en muchas ocasiones la sociedad civil está más organizada que las propias autoridades. Está visto: para la clase política, en campaña, todas son promesas y en el ejercicio del ¿poder? todo es pretexto. Enhorabuena por los comerciantes y pobladores de Las Brisas.
APUNTES DESDE LA COSTA
En días pasados falleció el joven Jairzinho Flores, conocido cariñosamente por sus amigos como Jair, y que se desempeñaba en el área de la Juventud de la comuna porteña. Su deceso conmocionó a propios y extraños porque esa lamentable noticia vino precedida de la muerte también, en jornadas anteriores, de su señora madre.
Además era algo muy inesperado porque días antes se le vio cumpliendo su encomienda con su singular optimismo. Si cabe algo más habrá que decir que era un chaval.
En lo personal traté poco con el citado aunque las escasas ocasiones en que coincidimos noté un trato muy amistoso y respetuoso de su parte, cosa no muy común cuando se visita Juárez número 100 donde se ve al gremio reporteril como una especie de “enemigos”.
Jair también destacó por ser un entusiasta activista y ello me permitió verle, en persona, por última vez durante el pasado verano donde, sin ser necesario, agradeció la cobertura a un evento donde participó y además hubo oportunidad de una plática a fondo.
Un caso lamentable, uno más, en este 2020 plagado de infortunio. Descansa en paz, Jair. Gracias por el favor de su atención.
Sus comentarios a edgar.cazares.afmedios@gmail.com