Por Edgar Cazares
*Poco o nada bueno dejó la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a la ciudad. De hecho en sus 3 visitas que como mandatario nacional ha realizado al municipio costero no se puede contabilizar algún anuncio de impacto local.
Casi toda la actividad que ha realizado aquí el ex jefe de gobierno capitalino se ha limitado a reiterar su compromiso de mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, de su intención de no fallarle al pueblo y cosas por el estilo.
Mero discurso pues que no dudo pueda cumplir pero remitiéndonos a los hechos no ha pasado de palabras.
La primera ocasión, en marzo del 2019, vino prácticamente a agradecer a los manzanillenses el voto que este noble pueblo le confirió a él y a sus compañeros de fórmula local –porque en el puerto obtuvieron carro completo-; la segunda fue el 22 de diciembre del mismo año pasado cuando inspeccionó el funcionamiento de la termoeléctrica pero no se hicieron compromisos en torno a lo elevado de las tarifas de la energía eléctrica o la contaminación que este complejo emana.
Y finalmente el viernes 17 de julio nuevamente aquí para cristalizar algo que ya había adelantado en temas de seguridad: que todas las aduanas marítimas y terrestres pasan a ser jurisdicción militar. Bueno o malo eso fue todo.
Si acaso algunos manzanillenses podrán presumir haberse tomado una foto junto al ejecutivo federal quien un día antes, la tarde del jueves 16 de julio, se dio un paseo por la escollera de Las Brisas pero no más.
Ya está prácticamente por transcurrir una tercera parte del sexenio federal y no ha sucedido mucho en torno a las altas expectativas que levantó López Obrador y, aunque no se le puede culpar del todo, cuando menos sí se puede decir que ha contribuido con su grano de arena para que la cosa no mejore: la violencia no ha parado, la falta de empleo –los de calidad, no los de tipo esclavizante- continúa en el panorama de decenas de buscadores, el sistema de salud sigue igual que antes, entre otros.
Algunos de los simpatizantes que abundan en torno a AMLO podrán decir que ese es el tamaño de la problemática que le dejaron al presidente en turno pero lo que se debe buscar ya son soluciones y no pretextos. Debe haber un nivel de exigencia en su justa dimensión así como a usted o a mí nos exigen en el trabajo o en casa.
Ciertamente la pandemia es una situación que nadie podía haber previsto pero de repente también da la impresión que es un tema que ha rebasado al estado que, por exceso de confianza, ha derivado en cifras escalofriantes reconociendo que la autoridad federal ha tratado de hacer lo que está a su alcance.
Así pues el saldo de la más reciente gira de trabajo del presidente de la república por Manzanillo fue nuevamente bastante exiguo. Ojalá para la próxima tengamos los porteños, y colimenses en general, mejor suerte.
APUNTES DESDE LA COSTA
Hace 21 años -cifras más, cifras menos- me integré de lleno al mundo laboral. Casi por azares del destino conseguí mi primer contratación en un medio de comunicación casi sin deberla ni temerla.
Tras 4 años de preparación académica en la Facultad de Letras –época maravillosa, por cierto- en la capital del estado, decidí regresar a mi amado puerto y tomarme un periodo sabático tras casi 18 años de estudiante.
Así pues decidí nuevamente retomar mis frecuentes visitas a las playas de la ciudad –hoy día cerradas al público por la pandemia- y tomar inspiración para dar el siguiente paso porque no podía darme el lujo de estar sin trabajar mucho tiempo.
A ciencia cierta el futuro durante un par de semanas fue incierto, no sabiendo qué iba a ser de mí. Porque a decir verdad me matriculé en la Universidad porque lo único que quería seguir haciendo era leer y escribir en forma ilimitada.
Y mi deseo se cumplió en forma insospechada. Así que heme aquí aplicando parte de lo aprendido en el nivel superior. Y de eso hace ya más de 2 décadas. El tiempo, sin duda alguna, se va como agua entre los dedos.
Sus comentarios por favor a edgar.cazares.afmedios@gmail.com