Dislates
Por: Salvador SILVA PADILLA
(Texto más o menos leído durante la presentación del libro Escribo porque sí de Víctor Uribe Clarín. Puertabierta Editores)
Un buen día Víctor se puso a escribir porque sí, y resultó este poemario que es un portento.
Se juntaron los saberes, el talento, la creatividad, así como una muy buena dosis de fe, y sobre todo de arte (preciso: me refiero a mala fe y de peores artes) de tres hermanos Uribe Clarín para pergeñar, tramar y entramar este libro. El libro, escrito por Víctor; ilustrado con el talento y creatividad de Jerónimo; publicado con la maestría y el oficio de Miguel; da como resultado esta obra de arte editorial.
Sobre el texto, el autor se pregunta: “¿Y si los sueños son la verdadera vida, y el día es apenas una vaga invención de la mente?” (*). Así como también “Dormir es morir cada noche con la esperanza de renacer en sueños”.
Estos poemas en prosa me recuerdan a Goya porque “Los sueños de la razón producen monstruos”… pero Víctor gracias a sus muchas noches de insomnio, se ha hecho amigo de ellos y ha llegado a pensar que la razón de los monstruos produce sueños en noches de insomnio.
Víctor escribe porque sí… lo impele un imperativo que es más fuerte que él. Así como afirma Silesius: “La rosa sin porqué, florece porque florece”, de la misma manera, Víctor escribe porque sí, “porque el pasado se le desborda a borbotones” y porque “en los cajones ya no le cabe ningún suspiro”.
No cabe duda: Víctor, lo mismo en Temaca que en San Juan de Dios, se sentía como el niño de Alfonso Reyes y podía afirmar:
A mí me seguía el sol.
andaba detrás de mí
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo;
ese sol con sueño
que sigue a los niños
Y ese sol lo ha seguido como su sombra (una sombra clara y amarilla) hasta Colima y lo hace florecer con esta obra como si fuera una primavera.
Más adelante señala que llegó “la hora de tomar el papel y lápiz para trazar una larga línea que una mis lejanos años de activismo y sueños por cambiar el mundo con estos días de sosiego, de ver florecer las plantas y los hijos, de mirar, sin prisas, cómo cambia el mundo sin necesidad de mí.
Este texto me recordó el poema de Víctor Cárdenas
La poesía no cambia nada
es un espejo
donde se mira
el que cambia.
Así como también la respuesta que dio Borges cuando le preguntaron “¿para qué sirve la poesía?” Y respondió al más puro estilo borgiano con más preguntas: “¿para qué sirve la muerte? ¿para qué sirve el sabor del café? ¿para qué sirve el universo? ¿para qué sirvo yo? ¿para qué servimos? Qué cosa más rara que se pregunte eso, ¿no?”.
Por eso Víctor afirma categórico: Escribo porque sí.
No pocos de los aquí presentes nos preguntamos -al igual que Sabina- “¿Quién me ha robado el mes de abril?». Y más aún con este tórrido y hórrido año…, pero todos también nos debemos preguntar cómo fue que nos dejamos robar a nuestro Colima. Probablemente ese Colima de ensueño era un terreno mítico e inexistente, igual que Macondo…, quizás como Ítaca o Comala, o peor aún, como Temaca, que solo pueblan nuestros sueños… y nos hacen ver Cristos donde solo hay rocas. (**)
Pero no. Sabemos que Colima existe por la prueba de la rosa de Coleridge (cuya frase la leí en cierto Museo de la Inocencia): ¿el lector la recuerda? “Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, … y si al despertar encontrara esa flor en sus manos… ¿entonces, qué?” (*)
Pero el caso de Víctor guarda algunas diferencias respecto a la rosa de Coleridge: si él se durmiera en Temaca y le dieran un durazno o una granada como prueba de que había estado en ese Paraíso, al despertar se encontraría en Colima con un mango entre sus labios.
Víctor, lo sabemos, escribe porque sí… pero yo sé que tardó en escribirlo 19 días y 500 noches.
Así podemos concluir que escribir es tarea inútil. Pero lo es en el sentido exacto, pleno y preciso que nos enseña Nuccio Ordine “La poesía -nos recuerda citando a Ionesco-, surge por nuestra necesidad de imaginar. Crear es tan fundamental como lo es respirar.”. Y Víctor en este libro siente esta misma necesidad vital pues sentencia: “no me queda más que escribir para respirar”.
Ordine en su manifiesto la Utilidad de lo inútil expone: “En este brutal contexto, la utilidad de los saberes inútiles se contrapone radicalmente a la utilidad dominante que, en nombre de un exclusivo interés económico, mata de forma progresiva: la memoria del pasado, a las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza en general: la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico y el horizonte civil que debería inspirar toda actividad humana”.
Esa es la razón por la que actualmente “un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte”.
Por ello escribir se convierte en un grito de rebeldía: y Víctor nos enseña que quizá no haya mayor acto de rebeldía que escribir, sí. Y escribir porque sí.
PAREN PRENSAS:
Háganse un favor y asistan a la exposición
Entre el agua y la lumbre
Sueños e impresiones del paisaje de Colima
de Jerónimo Uribe.
La inauguración será el próximo viernes 18 de octubre a partir de las 19:00 horas Pinacoteca Universitaria (Guerrero 35) en el centro de Colima. Deben ver esta obra.
(*) Por cierto, la primera vez que leí el texto, lo hice con una errata, “¿Y si los sueños son la verdadera vida, y el día es apenas una vaga invención de la muerte?”.
(**) El Cristo de Temaca es producto de la mente enfebrecida de un poeta que tiene nombre de calle: Alfredo R. Placencia.
(***) Nota de Coleridge citada por Jorge Luis Borges.