Alejandra Salguero Velázquez, académica del FES-Iztacala (UNAM) impartió la conferencia virtual “Experiencia en la investigación sobre los estudios de género de los hombres”, hace unos días, en el marco del I Coloquio de Investigación “Estudios de género, sociedad y cultura”, organizado por la Facultad de Letras y Comunicación .
En su exposición, afirmó lo siguiente: “A lo largo de 20 años de investigación, cada vez estoy más convencida de que tendríamos que acercarnos a investigar a los varones, porque es una manera de llegar a obtener el logro en términos de igualdad y equidad con las mujeres y grupos minoritarios”.
Además, comentó que estudiar a los hombres es importante porque se cree que son potencialmente portadores de ciertos atributos que se caracterizan como masculinos; “estos atributos constituyen el referente cultural de cierto estereotipo o a partir del cual se mide la masculinidad y la hombría”, comentó.
Los estudios de las masculinidades iniciaron en los años 90: “Hablamos de algo reciente, a diferencia del trabajo y la producción feminista y de los estudios de género en mujeres, que tienen una larga historia”. Los estudios de género en hombres, continuó, “deben visualizarlos como sujetos de género; entonces, podemos incorporar dos categorías fundamentales en los estudios e investigación, que serían los procesos de aprendizaje y la socialización del género de los hombres”.
En ese sentido, manifestó que se podría dar cuenta de procesos socioculturales históricos de manera situada para decir de qué hombre se habla, esto es, “de los de Colima o de la Ciudad de México o España. Por su puesto, cada uno asumirá como grupo genérico características socioculturales distintas”.
Los estudios de género en hombres, siguió la investigadora, “nos situarían en un contexto histórico, social, cultural y generacional distinto, lo cual da como resultado diferentes formas de vivir el ser hombre y, en este sentido, diferentes masculinidades”. Por lo tanto, argumentó, “en la investigación se pueden identificar formas hegemónicas y subordinadas de masculinidad; socialmente existe un sistema de poder no sólo de los hombres sobre las mujeres, sino también jerarquías de poder entre diferentes grupos de hombres y estereotipos masculinos”.
En su investigación, detalló que tienen como resultado que los hombres aprenden a ser hombres de múltiples maneras: en las familias, las escuelas, con amigos, en el trabajo, durante su tiempo libre y en instituciones de salud y religiosas.
Alejandra Salguero indicó que, de acuerdo con sus investigaciones y premisas teóricas, “es en las relaciones familiares donde se asignan actividades y posiciones genéricas; el hombre está para mandar, para que le sirvan, lo atiendan las mujeres (incluso en lo sexual), para trabajar, lograr reconocimiento y silenciar emociones y sentimientos”.
“Éste es un aprendizaje que ha generado un enorme daño en la vida de los varones; al silenciar sus emociones y sentimientos, aparecen síntomas y enfermedades asociadas al no cuidado de la salud. El temor a no ser percibidos como ‘verdaderos hombres’ lleva a algunos a violentarse y violentar a los demás mediante pruebas que los acrediten constantemente; a otros los lleva a exagerar las reglas, provocando comportamientos de riesgo e incluso en ocasiones la muerte”, enunció.
Por último, comentó la contradicción de poder en los varones: “En la vida de muchos hombres se podría hablar de realidades distintas, donde algunas formas de poder, más que generar privilegios provocan dolor, pena y experiencias contradictorias. El precio que han tenido que pagar al vivir de acuerdo al modelo de masculinidad hegemónica es alto, doloroso y contradictorio. Suprimir emociones, necesidades y posibilidades tales como la crianza, el cuidado de otros, la receptividad, empatía y compasión, son experimentadas como inconsistentes con el poder masculino”, concluyó.