Evaluación, un instrumento de crecimiento personal: S. Schmelkes

Sylvia Irene Schmelkes del Valle, consejera presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), dice que si “uno anda por la vida sin que nadie le haga una crítica o le diga cuáles son sus áreas de oportunidad, nuestro crecimiento mismo estará limitado de alguna manera”.

Eso es lo que ocurre, añadió, con la evaluación; “si bien hay que reconocer que ésta es algo muy fuerte, algo duro, desagradable y que nos causa incertidumbre o da miedo por las posibles repercusiones, finalmente es un instrumento de crecimiento personal”.

Ella estuvo hace unos días en la Universidad de Colima, donde firmó un convenio entre el INEE y esta Casa de Estudios, con el que ese instituto autónomo busca fortalecer su capacidad local para realizar la evaluación educativa.

En entrevista, dijo que la evaluación “permite conocer, dimensionar y tratar de explicar los problemas”, y para que realmente funcione “debe ser rigurosa y no tener ningún tipo de atadura política, por eso es tan importante que la evaluación educativa esté en manos de un organismo autónomo”.

Sobre las movilizaciones de docentes que se han dado en el país para oponerse a las evaluaciones, Sylvia Schmelkes dijo que cualquier evaluación “causa resistencias, sobre todo aquella que tiene consecuencias sobre los individuos, que es el caso de la evaluación docente, que obedece a la Ley General del Servicio Profesional Docente”.

Explicó que en México todas las profesiones se evalúan, pero que faltaba la de los docentes, “y aunque las consecuencias son realmente muy tenues, porque nunca pierden el empleo ni sus derechos laborales, y se les dan tres oportunidades para presentar el examen, el magisterio se inconformó sólo por una única consecuencia: que si no pasan los exámenes ya no pueden estar frente a grupo”.

Para ella, lo que ocurrió fue que se interpretó que sólo por esta consecuencia, la de ya no estar frente a grupo, “la evaluación era punitiva, y ante una insuficiente comunicación por parte de la autoridad educativa y del propio INEE, esa interpretación ganó terreno y generó una psicosis que fue mucho más allá de la realidad”.

Comenta que tras este tipo de comportamientos existe una falta de cultura de la evaluación, pero que sus beneficios se verán a partir de los resultados; “que la gente vea que no nada más se trata de evaluar sino de que resulte beneficiada, sobre todo en la formación, en la capacitación constante”, agregó.

Las universidades, dijo por último, pueden contribuir de muchas maneras para que se enriquezca esta cultura de la evaluación. Por eso, añadió, se firmó un convenio con la Universidad de Colima para que participe de manera activa, tanto en la constitución de los comités, de los grupos colegiados que deciden qué y cómo evaluar, como en la formación de expertos evaluadores a nivel especialidad y posgrado.

Las Casas de Estudios, concluyó, también puede contribuir a formar una cultura de la evaluación: “Que la gente vea que la evaluación es para mejorar, que si no puedo verme reflejado o ver mi programa reflejado en una visión externa para saber cómo mejorar, estoy de alguna manera limitado en mi crecimiento”. BP