Experto en Oriente Medio considera que la actual crisis beneficia a Turquía

La nueva crisis generada por la intervención militar israelí contra la llamada «Flotilla de la Libertad» «ha beneficiado a corto plazo a Turquía», que aspira a ser una potencia regional hegemónica, según dijo hoy el profesor italiano Emmanuele Ottolenghi, de la Universidad de Oxford.

En entrevista con Efe, Ottolenghi, director del Centro de Oriente Medio del St.Anthony College de la Universidad de Oxford, manifestó que Turquía obtiene un doble beneficio (en el ámbito interno y en el ámbito regional) con esta crisis, que se saldó con la muerte de nueve activistas turcos tras el asalto del buque turco «Mavi Marmara» por comandos de elite israelíes cuando se dirigía a Gaza.

 

Por un lado, indicó, «el gobierno turco obtiene un rédito de tipo doméstico, al obtener un repunte en sus índices de popularidad en un momento en que se percibía un declive.»

 

En esta crisis, el primer ministro turco, el islamista moderado Recep Tayip Erdogan, «ha mantenido al margen al Ejército, que siempre ha sido laico y un gran defensor de la alianza estratégica entre Turquía e Israel», dijo Ottolenghi, quien también es «fellow» de la Fundación para la Defensa de la Democracia y director del Transatlantic Institute, con sede en Bruselas.

 

El profesor italiano acudió a Madrid a pronunciar una conferencia invitado por el movimiento «Stop the Bomb», una coalición formada por elementos de la sociedad civil de varios países europeos dedicada a denunciar lo que denominan «el programa de exterminio» emprendido por Irán.

 

En segundo lugar, indicó el experto italiano, «en Oriente Medio hay una disputa entre varios países sobre quién será el dominante. Turquía quiere desempeñar ese rol y lo ha hecho alzando la bandera del Islam. Turquía aspira a ser el líder del mundo islámico y lo hace abrazando la causa del Islam radical, no de un Islam moderado.»

 

El nuevo planteamiento de Turquía, basado en romper la alianza estratégica con Israel, esencialmente en el ámbito político y económico, obedece «a un criterio deliberado», que toma la bandera del radicalismo «como un argumento para hacerse con el control del Islam», señaló Ottolenghi.

 

No obstante, subrayó, a largo plazo «en Europa, en Washington, en el mundo occidental en general, se producirá una valoración fría acerca del comportamiento de Turquía en la actual crisis, que al final se traducirá en que Ankara tendrá que pagar un precio» por ese comportamiento, «que le aleja de Occidente».

 

«Turquía es miembro de la OTAN, aspira a entrar en la UE y es un punto de paso estratégico para varios gasoductos que desembocan en Europa»; sin embargo, su actual posición política «nos debe hacer entender que así no se puede continuar», manifestó.

 

A juicio del analista italiano, «Estados Unidos ha recibido en los últimos tiempos dos bofetadas de Turquía»:

 

Una se produjo en mayo pasado, con la firma del acuerdo con Irán y Brasil sobre el traslado al exterior del uranio enriquecido iraní, y la otra tuvo lugar ayer, con el voto en contra de Ankara y Brasilia a la resolución 1929 del Consejo de Seguridad de la ONU, que establece un nuevo y más duro régimen de sanciones a Teherán si no clarifica ante la comunidad internacional su programa nuclear.

 

«Turquía, en vez de cimentar las relaciones con los Estados Unidos, se empeña en fomentarlas con Irán», destacó Ottolenghi, a cuyo juicio tras el resultado de la votación en el Consejo de Seguridad, Washington «debe decidir replantearse las relaciones con Ankara porque no es posible que un aliado actúe de ese modo y ello no tenga consecuencias.»

 

«Irán continúa haciendo progresos con su programa nuclear y la política europea con respecto a Teherán se ha caracterizado por dar muchos incentivos y ejercer poca presión. Espero que la resolución 1929 sirva para establecer una posición europea común y afiance y aumente el papel de los instrumentos de presión», dijo Ottolenghi.

 

«El problema no es que Irán quiera tener un programa nuclear; el problema es quiere desarrollar armamento nuclear», subrayó Ottolenghi, para quien el mecanismo sancionador plasmado en la resolución 1929 debe hacerle muy difícil a Teherán «obtener la tecnología y los elementos financieros» para proseguir con esos planes.

 

Irán, pese a ser un país en el que la mayoría de la población es musulmana chií, «colabora con fuerzas islamistas suníes como Hamás», indicó.

 

Si Irán llegara a disponer del arma atómica, subrayó Ottolenghi, «aumentaría la probabilidad de un conflicto en la zona; se volvería más agresivo» y se correría el riesgo de que empleara su arsenal nuclear, «no tanto para usarlo, sino para esgrimirlo como amenaza y con ello fomentar sus políticas agresivas» con ramificaciones en toda la región.

 

Fernando Prieto Arellano

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