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Por: Rubén Pérez Anguiano*
El presidente Andrés Manuel adelantó que el 5 de febrero presentará un paquete de reformas cuyo propósito será la desaparición de algunos organismos constitucionales autónomos. No se sabe todavía el alcance de ese paquete de reformas y habrá que esperar algunos días para conocer cuáles serán los afectados.
Estos organismos fueron creados para atender algunas funciones trascendentes evitando su concentración en el poder circunstancial. Son instancias de equilibrio que trabajan con fines de Estado, evitando las decisiones inmediatas y a veces estrechas que corresponden a una administración gubernamental.
Algunos de los organismos autónomos establecidos en nuestro orden constitucional son muy importantes por sus efectos económicos (como el Banco de México), sus efectos sociales (como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social o la Comisión Nacional de Derechos Humanos) o sus efectos políticos (como el Instituto Nacional Electoral), pero otros parecen poco redituables para la sociedad, al menos desde la visión no especializada.
Por ejemplo, las tareas del Instituto Federal de Telecomunicaciones se concentran en la regulación y supervisión de los servicios de telecomunicaciones y radiodifusión en el país, lo cual es importante pero poco conocido por la sociedad en general. Lo mismo puede decirse de la Comisión Federal de Competencia Económica, que promueve la libre competencia en el mercado evitando la existencia de monopolios, tarea esencial por sí misma pero que poco le dice a la sociedad no atenta a los temas económicos.
Mención especial merece el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), creado con altos propósitos institucionales, pero que (a mi juicio) no ha logrado ejercer un verdadero contrapeso frente a las carencias informativas de políticas, programas o decisiones gubernamentales. De hecho, existen instancias estatales similares (aquí tenemos el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Protección de Datos del Estado de Colima), que tampoco logran acreditar que sus funciones son determinantes para favorecer la transparencia de las decisiones públicas.
Quizás el problema tenga un fondo sobre el que poco se reflexiona: antes se creía que la transparencia sería el remedio institucional frente al fenómeno de la corrupción, pero con el tiempo se comprobó que una administración gubernamental puede ser transparente y no por ello dejar de ser corrupta. De esa forma, uno de los grandes supuestos para la creación de instancias autónomas promotoras de la trasparencia no se confirmó en la realidad. Claro, eso podría ser un aliciente para perfeccionar los mecanismos de estas instancias, no precisamente para desaparecerlas sin que medie reflexión al respecto.
Mientras tanto, el presidente ya se fue lanza en ristre contra algunos organismos constitucionales autónomos, a los que llamó “facciosos, onerosos y antipopulares”. En otra ocasión dijo que “no sirven para nada”. De cualquier forma, parece imposible que pueda lograr la mayoría calificada en las cámaras, esencial para fines como los anunciados, pero el discurso en contra de los organismos autónomos le permitirá algo de influencia electoral en las siguientes semanas, en lo cual es muy insistente.
Lo que no se sabe es si tal discurso favorecerá a su candidata o le restará puntos, pues toda tentativa de reforma constitucional tiene por necesidad una lectura a favor y otra en contra. En este caso, debe admitirse que algunos de esos organismos consumen muchos recursos y que a veces no parecen generar una utilidad tangible para la sociedad, pero quizás la intención de desaparecerlos obedece más a un estilo de ejercicio de poder que no soporta límites ni contrapesos, los cuales son sustantivos a un modelo democrático.
*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 55 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.