Francia se preparaba para otra ola de protestas potencialmente violentas el sábado, mientras el asediado presidente Emmanuel Macron planea dirigirse a la nación la próxima semana para abordar la ira pública generada por el alza del costo de la vida, dijeron destacados aliados.
El ministro del Interior, Christophe Castaner, dijo que la revuelta de los “chalecos amarillos”, que dura ya tres semanas, “ha creado un monstruo” y que la policía no tendrá tolerancia con la violencia, con grandes áreas de París clausuradas y decenas de miles de agentes desplazados por todo el país.
Las protestas de los “chalecos amarillos”, un movimiento llamado así por las chaquetas fluorescentes que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, han bautizado la protesta del sábado como el “Cuarto Acto” de las peores revueltas que vive la capital desde 1968.
Castaner advirtió que es probable que los radicales vuelvan a infiltrarse en el movimiento de protesta, que surgió en respuesta al alza del costo de la vida, pero que se ha vuelto cada vez más una revuelta contra Macron, al que acusan de ser altivo y aprobar reformas favorables a la elite adinerada.
“Estas tres últimas semanas han creado un monstruo”, dijo Castaner a los periodistas. “Nuestras fuerzas de seguridad responderán con firmeza y no habrá tolerancia con nadie que capitalice la angustia de nuestros ciudadanos”.
Unos 89.000 policías estarán de servicio en todo el país para evitar que se repita el caos del sábado pasado en los exclusivos distritos del centro de París. Los agentes desplegados en la capital contarán con el respaldo de vehículos blindados equipados para retirar barricadas.
Destacados aliados de Macron dijeron que el presidente se dirigirá a la nación a principios de la próxima semana. El mandatario ha dejado la mayor parte de la gestión de la crisis -la peor que vive en 18 meses en el cargo- en manos de su primer ministro, Edouard Philippe, que se ha encargado de lidiar en público con los disturbios y de ofrecer concesiones.
No obstante, el mandatario de 40 años está siendo sometido a una creciente presión para que hable más, mientras su gobierno intenta recuperar la iniciativa después de tres semanas de disturbios en este país del G-7.
“El presidente hablará a principios de la próxima semana. Creo que esto es lo que quieren los franceses, quieren respuestas. El presidente enviará a los franceses el mensaje de que está escuchando su molestia (…) y que obviamente hay que encontrar nuevas soluciones”, dijo el viernes la ministra de Transporte, Elisabeth Borne, a Sud Radio.
Macron no ha hablado en público desde que condenó los disturbios del sábado pasado mientras participaba en la cumbre del G-20 en Argentina y los líderes de la oposición le acusaron de convertir el Palacio del Elíseo en un búnker en el que se ha refugiado.
“¿Sigue Macron todavía en Argentina? Seguro que tiene una opinión”, afirmó el líder izquierdista Jean-Luc Melenchon en Twitter el martes.
“El presidente debe hablar en persona”, dijo el líder del conservador partido opositor Republicanos, Laurent Wauquiez, en la emisora Europe 1 el jueves.