FRASES DE ORO // Lo que el agua se llevó, y Zacualpan nos trajo

Por Jorge Orozco Sanmiguel

En Colima hemos presenciado varios sucesos canónicos e interesantes. Recordemos el desabasto de alcohol por la pandemia, la cual, como si fuese un líquido vital, hubo gente que viajaba hasta Jalisco o Michoacán con tal de consumir bebidas embriagantes. El precio de la “caguama” pasó de 37 pesos a 80, y lo peor es que sí hubo compradores.

Esa es la intensión de esta columna. El mensaje es claro: las y los colimenses son capaces de todo con tal de obtener lo que desean, y en fechas pasadas lo observamos, y hasta sentimos. En días pasados, la población de Zacualpan, en un acto de molestia y desacuerdo con el gobierno en turno, decidió tomar el poder del agua que se extrae de esa comunidad, y así provocar que la ciudad de Colima y Villa de Álvarez no consumieran este líquido vital.

Es fuerte, muy fuerte. Vea la magnitud: 50 manifestantes provocaron el daño de más de 300 mil personas. ¿Cuándo se ha visto eso en el estado? Ni en los mejores momentos de manifestaciones del Partido de la Revolución Democrática, (PRD) Partido del Trabajo o del Movimiento de Regeneración Nacional se vio tal afectación. ¿Su malestar? El gobierno, obvio. Pero necesito indagar en este tema para explicarles el final.

A raíz de lo sucedido, quedó muy claro que Zacualpan tiene las bombas de agua que abastecen a Colima y Villa de Álvarez. ¿Por qué lo hicieron? Entendamos su molestia. Las y los pobladores de esta comunidad han sido golpeados, (sí, literal) extorsionados y saqueados. El mejor método laboral para ellos es el comercio que dejan las y los turistas que acuden al ojo de agua de su localidad. Con base a ello, las anteriores administraciones gubernamentales no han favorecido en algo a las y los Zacualpenses; solamente se sirvieron de ellos.

Aunado a ello, nunca hubo propagandas políticas en Zacualpan. El temor es más que evidente, pero en la campaña del 2018, una persona de apellido Parra se aventuró a entrar, logró convencerlos con diálogos amorosos y esperanzadores con aires de cambio. Hoy, esas son las problemáticas que se tienen. No se realizó ningún cambio ni compromiso de aquel aledaño 2018. La lucha es obvia: cumplan con lo prometido.

Desde Colima y Villa de Álvarez, las y los ciudadanos claramente presentaron molestias, pues se cerraron escuelas y negocios. Solo por el agua, se paró la economía y la educación. Así de importante es. ¿Imagine un escenario como Nuevo León que solamente tenían dos días de agua a la semana?

Ahora sí, entremos en el núcleo de la columna: ¿Cuál fue el discurso de los representantes de gobierno y municipios? Fue una riña nuevamente infantil. La presidenta de Villa de Álvarez exigió respuesta a gobierno del estado. El presidente de Colima también. La mandataria estatal y su partido-movimiento echándole la culpa a gobiernos anteriores. Y el actor principal, el completo responsable de esta acción, el director de CIAPACOV, Vladimir Parra, de vacaciones muy posiblemente.

Tuvieron que acudir representantes gubernamentales con papeles en blanco, muchas plumas y sonrisas fingidas para desatorar el problema. Y como bien se debe saber, que cuando haces un error, no lo debes cometer nuevamente. Esta vez sí iban preparados. Sabían que este caos tarde que temprano colapsaría, todo por falsas promesas ante la desesperación de la adquisición del poder. Ahora debían entregar no promesas; eran fechas de cumplimiento. Y así fue.

¿De quién es la culpa? Esa es la pregunta principal que todas y todos nos hicimos durante una semana. El pueblo actuó bien, pues exigía que se cumpliera con lo prometido. Por la parte gubernamental, claramente es responsabilidad del director de la Comisión Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado de los Municipios de Colima y Villa de Álvarez, pues es meramente su obligación atender los temas de agua de ambos municipios. Y es más su responsabilidad por acudir con falsas promesas ante esta comunidad. Y aún más su responsabilidad de continuar con la letanía de esperanza, después de seis largos años.

Esta es una gran prueba en la que se entiende la fuerza de la palabra. Cuando se necesita empoderar un discurso, se galardona con la verdad, firmeza y responsabilidad. Si en la acción locutiva y perlocutiva no se empoderan estas acciones, se tendrá como resultado el desastre que evidenció Zacualpan. Esa es la desventaja de colocar como funcionario o político a una persona inexperta, falta de ética, compromiso y, sobre todo, falta de palabra.

Y bueno, como toda historia debe llevar un final feliz, también deja una enseñanza. Después de tres días de protesta, se logró el cometido, y vaya que favoreció a las y los pobladores de Zacualpan. El gobierno entendió que no debe hablar de más ni prometer cosas que no podrán cumplir, pero lo que más debemos ver no es dicha riña entre ellos; es a nosotros. Zacualpan dejó un fuerte mensaje: el que manda siempre será el pueblo. Así de fácil, simple, concreto y directo.

Nunca olvidemos esta fecha: el día que Zacualpan puso el ejemplo de la lucha social. Obligar a las y los mandatarios a cumplir sus promesas. La verdadera obligación y responsabilidad que se tiene entre el pueblo y el gobierno. Que, si muchos políticos se jactan de ser “luchadores sociales”, este día, verdaderamente conocieron lo que es una lucha del pueblo. Que nunca se olvide esta fecha, porque Zacualpan vive, y vivirá muy bien gracias a su esfuerzo. Y para despedir, lo haré con la misma frase con la que finalizó su campaña el candidato que engañó a dicha comunidad y hoy es director de CIAPACOV, (hasta ahora lo sigue siendo) “Solo el pueblo, puede salvar al pueblo”