El banco central de Japón está considerando escenarios para implementar una expansión de su enorme programa de estímulos económicos y busca ir más allá de su operación de compras de bonos por 70.000 millones de dólares al mes, dijeron funcionarios con conocimiento del tema.
Las opciones incluyen importantes compras de fondos vinculados al mercado bursátil u otros activos de mayor riesgo que los bonos del Gobierno japonés (JGB, por su sigla en inglés), dijeron las fuentes.
También han surgido ideas más radicales al interior del banco central y entre los funcionarios del Gobierno que están en contacto con el Banco de Japón (BOJ, por sus siglas en inglés), incluyendo compras incluso más agresivas de JGB, un mercado ya dominado por el banco central bajo su política existente.
«No tiene sentido que un nuevo estímulo sea inminente», dijo uno de esos funcionarios, al agregar que la meta de inflación del banco central todavía está muy lejos. «No hay daño al pensar en estas opciones», agregó.
Los mercados están proyectando que el BOJ amplíe sus estímulos monetarios en algún momento del próximo año ante las preocupaciones de que la economía y la inflación perderán cierto impulso.
El gobernador del BOJ, Haruhiko Kuroda, hizo hincapié más temprano el lunes en que Japón se encamina a registrar una inflación sostenible del 2 por ciento en dos años, una meta establecida cuando el banco central anunció una masiva inyección de dinero en abril para duplicar los suministros basados en monedas.
La medida se ha sumado a los estímulos fiscales del Gobierno del primer ministro Shinzo Abe y a la promesa de implementar una reforma económica.
La combinación de políticas, descrita por el primer ministro como el plan de «las tres flechas», ha debilitado al yen e impulsado a las acciones en Tokio desde que Abe asumió el poder hace un año, al tiempo que alentó un mayor crecimiento económico en el grupo de las siete naciones más ricas del mundo (G-7) en la primera mitad del año.
No obstante, la expansión se desaceleró fuertemente en el trimestre de julio a septiembre y, aunque la inflación alcanza su mayor nivel en cinco años, está muy por debajo de la meta y el panorama de alza de precios se está debilitando.
Un aumento en el impuesto nacional a las ventas del 5 al 8 por ciento en abril también podría afectar el consumo, aunque el BOJ insiste en que el daño a la economía será limitado.
Algunas autoridades en el directorio de nueve miembros del BOJ también tienen dudas de que se pueda alcanzar una inflación de un 2 por ciento en dos años.
Autoridades cercanas al banco central, dijeron que la entidad podría comenzar a considerar nuevas medidas de estímulo si los datos de julio en adelante muestran que el alza impositiva está afectando más de lo previsto a la economía.
Una abrupta apreciación del yen, por ejemplo a 95 yenes por dólar desde casi 102 actualmente, o el resultado de las negociaciones salariales de la primavera boreal y consideraciones fiscales podrían influenciar en las decisiones de política del BOJ el próximo año, dijeron estos funcionarios.
Un funcionario con conocimiento del asunto dijo que cualquier intensificación de los estímulos podría enfocarse más en la calidad que en la cantidad, tomando más riesgos en lugar de simplemente apuntalar el tamaño de las compras.