El joven Bruno Guedea Fonseca, egresado del Instituto Universitario de Bellas Artes (IUBA) de la Universidad de Colima, y quien actualmente estudia en la Escuela de Música de Nueva Zelanda: Te Kōkī, Victoria University of Wellington, ganó en estos días el segundo lugar del Concurso de Guitarra Clásica de Nueva Zelanda, en la categoría abierta.
Este logro, dijo en entrevista, “es muy grande para mí” por la cantidad de jóvenes talentosos inscritos al concurso, algunos de ellos ya egresados de la licenciatura. “Estoy feliz de poder llegar con este nivel y darles un poquillo de pelea”.
Bruno Guedea llegó a esa escuela, una de las mejores de Nueva Zelanda, porque obtuvo una de las becas que otorga dicha institución a los estudiantes que considera “con un potencial excepcional y que merecen apoyo financiero”.
El concurso fue presencial debido a que allá la pandemia está más controlada. El jurado estuvo compuesto por Clyde Clemett, Jamie Garrick y Barkin Sertkaya, maestros con gran trayectoria. El primer lugar fue para Megan Robson y el tercero para Chris Everest.
Los temas que interpretó Bruno Guedea fueron: Fantasía No. 7, de John Dowland; Sonata K 27, de Domenico Scarlatti; Variaciones sobre las Folías de España, de Mauro Giuliani y La Catedral, de Agustín Barrios.
Para prepararse estuvo practicando este repertorio varias horas al día, durante varias semanas. Dijo que antes, cuando empezaba a participar en este tipo de concursos, se ponía nervioso, pero que ya no; “mi papá me contagió su fe en Dios, así que el día anterior le pedí que me dejara tocar tranquilo, sin nervios, sin estrés, y que pudiera transmitir sentimientos. Lo demás, como sea. Y ese día tuve los nervios normales, que más que nada fueron de emoción, lo que para mí ya es ganancia”.
Estos concursos, agregó, “son más que nada formativos, ayudan a que adquieras experiencia”. Quiere ir, con unos amigos, a competir en Australia en los próximos días. En el caso del concurso donde ganó el segundo lugar, dijo que aunque quería llegar a la final, como todos, sabía que si no llegaba “no era el fin del mundo; lo iba a utilizar como una motivación para seguir estudiando, pero el premio es una motivación mucho más grande, así que estoy feliz por eso”.
El segundo lugar, además, está dotado con mil dólares neozelandeses.
Este premio, añadió, “significa una motivación enorme para mí, porque siempre que se reconoce lo que haces es algo muy bueno, y eso es lo que siento. Me dije que una vez pasado el concurso dejaría una semana o dos sin practicar guitarra, pero al día siguiente ya estaba preparando repertorio para el próximo año. Creo que es el comienzo de algo que, si me preparo y le pongo mucho esfuerzo, puede ser productivo y muy bueno”.
Al hablar sobre el IUBA dijo que está muy agradecido con este instituto; “todo el nivel que puedo tener se lo debo en gran parte al IUBA, porque ahorita no tengo mucho tiempo de estarme formando acá. Estoy muy agradecido con todos los maestros, de solfeo, de coro, de historia de la música, pero muchísimo con mi maestro Simone Iannarelli, del que siempre sentí un gran apoyo y cariño, y de mí hacia él también. Él me ayudó mucho, y hasta la fecha continúa apoyándome. Estoy muy agradecido con él”.
Aunque extraña a su familia, sabe que ahora no puede volver por la pandemia, pero confía en que pronto todo volverá a la normalidad; “es nomás cuestión de ser pacientes y todo va a ser normal, todo va a estar bien. Se extraña la familia, pero viendo la situación, se soporta seguir estando acá”.
Por lo pronto, seguirá preparándose, ya que le interesa ser un buen concertista, pero también un académico, un investigador de música.