Gobernador da grito de ‘trámite’

Colima.- La lluvia no logró cancelar el último grito de Mario Anguiano Moreno como gobernador, pero si mermó la asistencia que otros años se observó en el Jardín Libertad de Colima.

La gente estaba a la espera, frente a Palacio de Gobierno de Colima, podían verse vestimentas típicas mexicanas: faldas largas y moños en las niñas, pantalones de manta en los niños, a lo lejos se hacían sonar las matracas.

Todos dirigían sus miradas hacia el balcón adornado con el escudo de la bandera iluminado y una guía de luces triclor, donde pronto haría presencia el Gobernador Mario Anguiano.

Había un cerco que dividía, de un lado la «gente VIP», los funcionarios públicos y sus familiares, quienes se encontraban en primera fila y detrás de ellos, con unas vallas de por medio la población en general.

El grupo Cantares deleitaba a los asistentes con sus melodías, «Bésame Mucho» y «Cucurrucucú”.

La gente comenzaba a desesperarse, se escuchaban comentarios como «Mis pies se van a hinchar» y el típico «¡Viva!» de manera precipitada.

En punto de las 22:30 horas, la banda de guerra del 29 Batallón de Infantería hizo su entrada con el clásico «Diana antigua», los padres de familia alzaban en sus hombros a los niños.

La ceremonia comenzó con la lectura de manifiesto donde se declaraba «roto y disuelto la dependencia del pueblo español», la Independencia de Mexico.

El mandatario, Mario Anguiano, salió para llevar acabo aquello que habíamos estado esperando: el Grito de Independencia acompañado de colorida pirotecnia.

Mario dio su último grito mencionando a los héroes de la nación mexicana, para concluir con el tradicional «viva México» que la población siguió y correspondió con emoción y gratitud.

La campana del balcón se hizo sonar a mano de Mario Anguiano, luego le siguieron al repique las de Catedral.

En voz de todos los colimenses se entonó el Himno Nacional acompañado de la banda de música del Gobierno del Estado y la Banda de Guerra, podían escucharse los gritos de alegría y las banderas se ondeaban por sobre las cabezas.

Pese a todos los pronóstico, en el Jardín Libertan no se escucharon abucheos hacia el gobernador.

La gente comenzó a abandonar el lugar después de una conmemoración tranquila e impregnada de olor a pólvora.

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