Esta circunstancia se aborda de forma distinta según del lado en el que te encuentres. No resulta fácil sentirse inferior respecto a los conocimientos sexuales de tu pareja. Pero tampoco lo tiene fácil quien sabe más. Cuando la relación en la cama es tan desigual, lo que se impone es el ajuste de las ideas.
Desde la perspectiva de quien menos sabe:
Lo más común es sentirse acomplejada. No sabes qué tienes que hacer, ni el momento que debes proponerlo. Ignoras si lo que te ofrecen y a ti te avergüenza es apropiado o tus temores no son más que el fruto de tus inhibiciones e ignorancia.
No sabes cómo reaccionar, en definitiva, en cada momento. Por eso, tu tendencia será, siempre, a dejarte hacer, a dejar que la otra persona tome siempre la iniciativa. Y como eres consciente de que siempre actúas así, llegará el momento en que temerás que tu pareja termine por aburrirse de tu pasividad.
Es obvio que la actitud más sana en esta situación es reconocer tu ignorancia y pedirle a tu pareja que te enseñe cuanto sepa, además de que tenga paciencia contigo mientras aprendes. Puedes leer algún libro que te abra los conocimientos teóricos, pero si tienes a tu lado a alguien más experimentado, aprovecha la ocasión y aprende en directo, que es la mejor forma de instruirse. Admite la posibilidad de equivocarte y de no hacer las cosas bien. No temas.
Desde la perspectiva de quien más sabe:
Las cosas pueden ir, también, de dos formas diferentes. Una es sentirse frustrado porque la otra persona no sabe seguirte, se siente cohibida ante cosas que tú propones, o no acepta como válidas cosas que para ti son obvias. Ten paciencia.
También es posible que tengas temores de mostrar todo lo que sabes. O que no sepas cómo abordar el tema de su inexperiencia. No siempre se dan las condiciones necesarias para que quien sea más torpe en la cama lo acepte con facilidad. En tales casos se impone la sencillez y plantear el tema, no como un problema, sino como una forma de enriquecer las relaciones entre la pareja.
Recuerda que si ignora más cosas que tú sobre el sexo, te corresponde a ti enseñarle con paciencia. Sobre todo si tu pareja da señales de desear aprender. Debes admitir su torpeza y mostrarle el camino con sencillez y, sobre todo, haciendo gala de un excelente sentido del humor. No para reírte de tu pareja, sino para quitarle peso a sus errores.
Lo mejor es plantearlo como un juego y hacer proposiciones positivas. ¿Me dejas que te haga esto? Me apetece que me hagas lo otro. A mí me gusta así. ¿Cómo te gusta a ti? Debe parecer que tú también estás aprendiendo (que lo estarás haciendo) y no te importa hacerlo. Así, será más probable que el otro acepte aprender igualmente.