Intentamos adelgazar tan rápido como podemos porqué no nos vemos bien y queremos cambiar, así que nos sacrificamos reduciendo o eliminando raciones y nos prohibimos comer algún caprichito que nos encanta. Pasamos hambre, nos ponemos a veces de mal humor pero finalmente conseguimos bajar los kilitos que tanto nos molestaban. Volvemos a comer como hacíamos antes de torturarnos y… ¡pam! En un santiamén volvemos a pesar lo mismo o incluso más que al principio. ¿Por qué sucede esto? Y ¿Cómo podemos evitarlo? te lo contamos.
Esto es lo que se conoce como efecto rebote, la consecuencia de dietas con objetivos a corto plazo y poco o nada realistas que suelen conducirnos a un círculo vicioso en el cual el peso que se pierde se vuelve a recuperar. Pero no nos equivoquemos, el efecto rebote no se da en cualquier dieta, sólo en las intentan cambiarnos radicalmente y luego se olvidan la fase de mantenimiento.
Como dicen los expertos, según Alimentación Sana la mejor dieta de adelgazamiento no es la que consigue una mayor pérdida de peso sino, la que educa para que el peso perdido no se vuelva a ganar. Y eso solo se consigue con la reeducación alimentaria.
Las dietas muy estrictas (inferiores a 1200 Kcal) no garantizan un aporte suficiente de determinados nutrientes (vitaminas y minerales), así que cuando la abandonamos el organismo responde rápidamente buscando desesperadamente aquellos nutrientes que le han faltado durante la restricción. Lo peor de esto es que estos nutrientes no están solos, sino que vienen acompañados de los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas, y como el cuerpo cree que va a haber otra falta de ellos tiende a acumularlos en forma de reserva por si acaso le llega otra restricción. Así que el primer problema ya lo tenemos localizado: el cuerpo acumula algo que no necesita solo por prevenir la falta. Algo que solucionaríamos si la prohibición no fuese total.
Otro punto clave es el ejercicio. Cuando queremos adelgazar pensamos que solo perdemos masa grasa cuando en verdad también podemos perder masa muscular, algo que nos dejará el cuerpo un aspecto muy poco firme. En cambio cuando engordamos rápidamente tras una dieta radical el organismo recupera el peso en forma de grasa y no de músculo, entonces llega el momento en el que nos sentimos y nos vemos como realmente nos quedamos, fofos y flácidos. Practicando ejercicio regularmente evitaremos este efecto yoyo.
Una dieta de mantenimiento tras una dieta personalizada para perder el peso que nos conviene es la mejor opción para no llevarse sorpresas después de un sacrificio innecesario. Según comprobó Alimentación Sana, 8 de cada 10 personas que se saltan la etapa de mantenimiento aumentan su peso inicial.