Por: Juan González García*
En la actual década y luego de pasados los efectos adversos de la crisis económica internacional de 2009, ésta dejó un signo característico de la economía en sus escalas nacional e internacional y este es el de la incertidumbre.
En tanto principio que rige la conducta humana, la incertidumbre es consustancial a la naturaleza humana y quizá a otras naturalezas como la de los animales y de la propia naturaleza viva en sí.
De hecho, se podría afirmar que lo único cierto en la vida es la incertidumbre por qué aunque existen algunas leyes infalibles, que se rigen bajo el principio universal de la certidumbre, por ejemplo: el día y la noche; la vida y la muerte; los ciclos de la vida y de la naturaleza; el estado y el mercado; lo público y lo privado, etc., etc., hay muy pocas actividades en donde se podría afirmar que existe certidumbre total.
Lo que rige es lo contrario, la incertidumbre en tanto principio lógico de la conducta económica humana.
La incertidumbre está presente a lo largo de prácticamente todos los actos humanos; nunca tenemos certeza total de prácticamente nada.
Hay leyes, no necesariamente de la naturaleza aunque sea en la naturaleza donde se presentan, que afectan el devenir presente y futuro de las personas, siendo su regularidad lo que les da cierta certeza; el clima, la lluvia, la temperatura, etc. De hecho, uno de los factores fundamentales de la existencia de la ciencia, es la de generar principios, teorías y modelos, que permitan disminuir la incertidumbre y generar certezas en torno a x o y acontecimiento, hecho, evento o fenómeno.
En la economía, la incertidumbre es consustancial a la conducta económica de las personas que participan en alguna actividad económica que ponga en marcha a los factores de la producción (tierra, trabajo, capital e información) bajo las leyes cuasi infalibles del mercado. Es el mercado (espacio o lugar real o virtual en el que confluyen oferentes y demandantes) de un bien o servicio, clasificación elemental de la producción humana, en la que caen todos los productos de la combinación de los factores de la producción.
Pues bien, como decía al inicio de esta nota, en la economía nacional e internacional actual, es decir de la segunda década del siglo XXI, derivado de la crisis económica internacional de 2009, los mercados se han dislocado y muchos de los bienes y servicios que se transaccionan en él, están fuera del óptimo e inclusive del equilibrio esperado. Hay mercados que son emblemáticos, por la magnitud de transacciones que se realizan al interior de él: el mercado de trabajo, de materias primas, de capitales, comercial y monetarios. Uno de los mercados que más incertidumbre genera es el de divisas o cambiario.
En el caso de México, no obstante de que, desde la década de los noventa se instauró el régimen de libre flotación, con breves intervenciones del Banco de México (Banxico) es el del tipo de cambio, el que presenta la mayor incertidumbre. Prácticamente no hay día del año desde 2009, en que no exista la incertidumbre en torno al valor de mercado del peso frente al dólar, muy a pesar de que existen los mercados a futuros del dólar, que disminuyen un tanto la incertidumbre, este mercado es de los que mejor recogen la incertidumbre que experimentan los tomadores de decisiones.
No obstante el régimen de libre flotación que opera en México, ya sin intervenciones del Banxico en el sentido de las de los meses de abril de 2016 hacia atrás, el tipo de cambio se rige por la libre oferta y demanda en una economía abierta y competitiva. Es decir, es una economía en donde no solo demandan y ofertan dólares los agentes económicos nacionales sino también y sobre todo, los agentes económicos internacionales. Al regirse la economía por el principio de la escasez y siendo el mercado cambiario uno de los que mejor reflejan dicho principio, no existen en las arcas del gobierno, particularmente en las reservas y los derechos especiales de giro, la cantidad suficiente de dólares para soportar los brotes de exceso de demanda y tampoco México es una economía fuerte, como para resistir dichos brotes, ya que el dólar no es la moneda de curso legal en el país.
Esto quiere decir, que el dólar es un bien especial, cuyo mercado es global y se concretiza en cada transacción en los bancos, casas de cambio y transacciones del comercio internacional que desarrollan los agentes.
Es además, el mercado cambiario, un mercado especial, ya que también representa el dólar un bien de resguardo de valor, al que acuden los agentes para protegerse ante olas especulativas. Este mercado, es uno de los más impredecibles en ambientes postcrisis como el actual y por ende, uno de los de mayor incertidumbre. ¿En cuánto abrirá o cerrará el dólar hoy? Es una inquietud común en la mayoría de la gente. Aunque hay modelos de predicción, los márgenes de error de estos modelos aún no permiten tener certeza respecto al valor del dólar en un momento determinado. El valor del dólar, estará determinado no solo por la oferta y demanda para realizar transacciones presentes, sino futuras y para proteger el valor del dinero, entiéndase el peso, ante la incertidumbre de su valor futuro.
Todo lo anteriormente escrito, es solo para ejemplificar que la incertidumbre es un factor real, que está presente en la mayoría de transacciones y mercados y que, por más que existan teorías y modelos predictivos, aún están lejos de ser referentes para disminuir un poco la incertidumbre que les caracteriza. Como corolario, valga decir que aunque la incertidumbre no es de ahora, con la globalización de la economía mundial y sus mercados abiertos, ahora estamos más expuestos a sufrir los efectos adversos de los desequilibrios de los mercados, sin deberla ni temerla.
*Dirección General de Divulgación Científica de la Universidad de Colima