Colima.- El incremento al precio de los combustibles anunciado por la Secretaría de Hacienda tendrá efectos multiplicadores en diferentes aspectos de la economía mexicana, señala Omar Magaña Ceballos, expresidente del Colegio de Economista del estado.
De entrada, se espera que la liberalización de los precios del combustible (que forma parte de la primera etapa la Reforma Energética), genere una inflación mayor a la anunciada por el Banco de México (4% máximo).
A partir de enero, señala, la inflación podría llegar al 4.4 por ciento, y el incremento generalizado en el costo de productos y servicios también provocaría un incremento en la pobreza y disminución de la clase media.
“Sí te polariza mucho el nivel de bienestar, con un incremento al combustible tan importante las personas de bajos ingresos son las que van a resentir más”.
La especulación también afectaría los costos, pues señala que en situaciones similares vividas con anterioridad, los comerciantes incrementan sus precios 5 o 10 por ciento más allá de la inflación para disminuir el impacto en sus ganancias.
A su parecer, el Gobierno mexicano toma esta decisión para dejar de soportar el costo que representa el subsidio al combustible y disminuir con ello el déficit fiscal.
Además, señala que el Gobierno esperaba tener condiciones menos hostiles cuando ocurriera la liberalización del precio, pero la devaluación del peso frente al dólar, la disminución en la producción petrolera, las dudas de la relación comercial con el nuevo gobierno estadounidense, entre otros aspectos, empeoran la situación.
“Vamos a tener un precio de gasolina mucho más alto que Guatemala que no es país petrolero, pudiéramos tener precios más altos que en Estados Unidos, creo que vamos a estar fuera del mercado y pudiera generar efectos de pérdida de competitividad de los estados hacia el interior y exterior de México”.
El economista subraya que durante todo el 2017 no se prevé que el precio vaya a disminuir, por el contrario, la tendencia es hacia la alza.
Subraya que estas condiciones podrían mantenerse varios años en tanto México no tenga las condiciones para almacenar, construir más oleoductos y mejore la distribución de combustible.
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