TAREA PUBLICA
Por: Carlos OROZCO GALEANA
Una ficha importante en el tablero de la sucesión estatal ha sido colocada con la renuncia al cargo que ocupaba la cuauhtemense Indira Vizcaíno, lo que ha apresurado a sus eventuales contendientes a dialogar y buscar alianzas, aunque sea contra natura, para impedir que su candidatura se encarrile, les mengue posibilidades y les adelante en la elección del 2021.
Indira representa la opción que el régimen federal ha escogido para buscar la alternancia en Colima, basándose seguramente en las encuestas que la presentan como la opción más valorada para ganar las elecciones por parte de Morena aunque ella no sea militante de esta formación política. Es una incógnita cómo tomarán su posible candidatura los grupos y las corrientes a su interior, que no se distinguen precisamente por ser afines al diálogo y por su apego a la democracia. Ahí se destrozan moralmente con indulgencia absoluta. Aclaro: Indira representa la oportunidad de que haya un cambio de rumbo en Colima, pero no la tiene fácil.
Ella es sin duda la candidata a vencer por su calidad competitiva. Ha trabajado los últimos años con la mirada puesta en la gubernatura, no obstante el tropezón que sufrió ante un conocido priísta que la superó apenas por 1000 votos en la disputa por el primer distrito electoral federal en la elección del 2015, representación que luego obtuvo holgadamente con el partido PES en la votación anterior.
A pesar de su juventud, Indira ha adquirido fogueo en puestos de representación popular y de carácter administrativo, siendo diputada local, alcaldesa, funcionaria del gobierno estatal, diputada federal y finalmente representante del gobierno federal para la aplicación de programas de bienestar. O sea, lleva paso veloz, como el que impulsó a palacio de gobierno a Mario Anguiano Moreno, quien en un lapso cortísimo alcanzó el máximo cargo estatal gracias a una trayectoria convincente que inspiró confianza en el electorado.
Pero lo más importante es que trae la bendición del cabecita de algodón, o sea, el presidente Amlo, quien la conoce desde jovencita y es muy dado a recompensar trayectorias y lealtades. Haber ganado con las siglas de un partido como el PES, fue el signo inequívoco de que Indira es conocida por los electores y que estos la han respaldado al menos en dos ocasiones. Lleva, pues, dos elecciones ganadas y una perdida.
Pero tener bases que la impulsan, no quiere decir que el arroz del triunfo está cocido. Sus oponentes, desde hace unas semanas atrás, están dialogando para buscar una coalición y una candidatura común capaz de darle batalla, pues según las encuestas no hay un partido por si solo que pueda aventajarla en el uno contra una. El Pan ya decidió que irán en alianza con otras fuerzas políticas y son muchos los que afirman que irá con el mismo Pri ya formalmente. De no creerse.
Pero este esfuerzo del Pan, Pri, Prd y Panal no garantiza tampoco un triunfo. Los votos de los distintos partidos no se suman automáticamente entre ellos. Recuérdese cómo Gustavo Vázquez le ganó al Pan, al Prd y al ADC en la segunda elección, evidenciando cuentas erróneas de esos tres partidos. El Pri no cederá su opción al Pan porque perdería identidad, pero si lo haría quizás el Panal y el Prd, que buscarán la sobrevivencia y ganar algo. No tienen nada que perder. Tampoco el Pan querrá renunciar a la posibilidad de encabezar esa alianza porque alegará que en la elección pasada se quedó a solo 500 votos de la victoria en la primera votación. Jorge Luis quiere el pastel para él. El MC, por su parte convoca a los ciudadanos a respaldar la opción de Leoncio Morán, quien es un político con empaque y experiencia contrastada para contender. Que le alcance su esfuerzo, resulta obvio que no se sabe. El PT, con Joel Padilla como precandidato, hace cuentas de la elección pasada donde obtuvo más de 140 mil votos, pero esta ocurrió hace tres años y ya no jugará Amlo el año próximo. Y finalmente, tenemos al Verde, con su dirigente Virgilio decidido también a competir por su cuenta o en alianza ( con Morena, posiblemente). Está abierto a toda perspectiva “que sea a favor de Colima”.
Indira sabe que tiene la ventaja de haber estado en contacto con miles de colimenses a través de programas federales específicos que conllevan la entrega de recursos que el gobierno del presidente hace llegar a diversos sectores. Calculo que al menos seis o siete de cada diez de las personas favorecidas por esos recursos, podrían dar su voto a candidatos de Morena en agradecimiento por los beneficios obtenidos, aunque la ausencia en las boletas de Amlo, como ya lo dije, no presagia resultados tan halagadores como los del 2018.
A la fecha, junto con Indira han renunciado ocho de los delegados de Programas Integrales, incluido en la presente semana el que ocupó ese cargo en Chihuahua. Ello comprueba que el presidente estructuró un grupo de personas afines a la 4T para que, aprovechando las circunstancias o sea los programas federales, hicieran política y se beneficiarán a sí mismos para eventuales competencias o para desempeñarse en la alta burocracia. A ver cómo le sale esta jugada al presidente. En la democracia nada está escrito. Habrá dura competencia electoral.
Un gran escollo que enfrentará Indira es la situación que priva en Morena, que no es su partido propiamente. Ahí no conviven hermanas de la caridad sino gente con ambiciones que desea participar en política y abrirse paso a costa de lo que sea. El concepto unidad no tiene significado ahí. Tiene, en ese partido, rivales muy incómodos que harán lo posible por descarrilarla. Además, Porfirio Muñoz Ledo, que no perdió de conformidad, hace gestiones para dividirlo. Y algo obtendrá este político añejo.