¿QUÉ VIENE?
SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
Pocas cosas más complejas de administrar emocionalmente que el miedo.
Regularmente tenemos muchas cosas que en el cotidiano nos provocan temor. Una enfermedad, la inestabilidad económica, el sufrimiento de alguien amado como un hijo o una madre, la muerte.
Pero hemos aprendido que no pensar en este tipo de situaciones o el refugiarnos en la fe, permite que funcionemos y que esa asechanza no nos agobie.
Además, desde que creamos los sistemas de estado y autoridad, la sensación de acompañamiento también da de esa tranquilidad que nos deja dormir.
Hoy, dolorosamente, ni la pretendida ignorancia, ni la fe, menos la autoridad formal nos sustentan.
Colima tiene miedo. Ese que carcome y paraliza. Ese que nos hace cambiar hábitos y costumbres. Ese que nos da insomnio.
Entendemos de cierta manera el origen de aquello que está provocando este terror. La delincuencia y el crimen encuentran que mantener esta psicosis les facilita operar. Entre más parálisis tengamos, un campo de acción más amplio tienen.
¿Y qué hacer? Pregunta de muy difícil respuesta, pues la razón podría sugerir que nos sobrepongamos y no permitamos que este terrorismo nos gane, pero al mismo tiempo, el instinto de conservación nos aconseja no convertirnos en mártires.
El aparato gubernamental dice estar preocupado y ocupado en el asunto. Anuncia que los resultados vienen pronto y que se hace todo lo conducente para regresarnos la deseada paz. Tristemente no se nota.
Y pueden alegar con números y estadísticas que al menos no crecen los delitos o estos van a la baja. La brutalidad de lo que nos está tocando atestiguar desdibuja lo anterior, pretendiendo que fuera cierto, pues un dato dice muy poco frente a dos cuerpos desmembrados tirados en la calle.
No podemos callar o insensibilizarnos. Hay que levantar la voz todo el volumen y las veces que sea necesario.
Tenemos que cuidarnos entre nosotros, pero la exigencia hacia el gobierno también debe ser contundente y cotidiana. Ellos tienen la tecnología, las armas, el personal y la ley para que hagan su trabajo, recursos con los que no contamos los ciudadanos de a pie. Su responsabilidad es irrenunciable. Es tiempo justo de que su actuar nos vaya diluyendo esta incertidumbre con la que vivimos, esta INQUIETUD.
MICROCUENTO.
Números como locas partículas atómicas sobre estimuladas dando vueltas por mi cabeza, intentando interpretaciones del destino, la historia y el futuro. Saco la cuenta de cuánto suman los dígitos de mi fecha de nacimiento y nada me dice el resultado. Finalmente la única numerología que me importa es ese dos que son tus ojos y que me dan la paz.