La actuación estelar del delantero italiano Mario Balotelli en la Eurocopa disputada el mes pasado puso la atención sobre el serio pero descuidado problema del racismo en Italia.
Los dos impresionantes goles del jugador, que sirvieron para eliminar a Alemania en las semifinales de la competición, lo convirtieron en un héroe nacional, aunque su aura disminuyó después de la goleada sufrida en la final contra España.
El torneo generó una avalancha de historias en los medios locales que buscaron la forma de reflejar, en la vida de Balotelli, los problemas de los italianos negros y los inmigrantes en un país que parece negar en gran medida la existencia del problema.
Esta cobertura o discusión es poco frecuente a pesar de los episodios regulares de violencia racista, incluyendo el asesinato de dos vendedores callejeros senegaleses por un militante de derecha en Florencia y el incendio de un campamento de gitanos en Turín, ambos en diciembre pasado.
Algunos de los incidentes más impactantes se han vinculado a las mafias del sur, donde muchos inmigrantes ilegales africanos trabajan en la recogida de frutas y verduras.
En un episodio tristemente famoso en Castelvolturno, cerca de Nápoles, en el 2008, un escuadrón de la muerte de la Camorra mató a seis inmigrantes ganeses y de otras partes de Africa occidental en un ataque racista durante una operación contra un grupo rival de la mafia.
En el 2010 más de 50 personas resultaron heridas durante disturbios en la localidad calabresa de Rosarno, después de que inmigrantes que trabajaban en el campo fuesen atacados por jóvenes locales.
El ministro del Interior, Roberto Maroni, ahora líder de la Liga Norte antinmigración, culpó del problema a las laxas políticas contra la inmigración ilegal. Todos los trabajadores africanos fueron expulsados después de la ciudad.
El racismo suele ser más evidente en los campos de fútbol donde Balotelli, y una serie de jugadores negros, son víctimas habituales de insultos racistas, a pesar de las afirmaciones de las autoridades del deporte de que esto no es un gran problema.
BALOTELLI, LA VICTIMA MAS POPULAR
Pero Balotelli sufrió el racismo desde mucho antes de convertirse en la víctima más popular en Italia.
El delantero de 21 años nació de padres ganeses en Sicilia y fue dado en adopción a una familia italiana cuando estaba allí. Creció en la ciudad de Brescia, un bastión de la xenófoba Liga Norte.
Como otros hijos de inmigrantes, tuvo que esperar hasta los 18 años para pasar por el difícil y complicado proceso de conseguir la nacionalidad italiana después de años de haber obtenido los permisos de residencia como un extranjero.
«Te ves obligado a hacer interminables colas en las oficinas de la policía por un permiso de residencia. Yo lo hice una vez con mi madre y fue suficiente. Ella lo hizo por mí docenas de veces (…) y ese es uno de los problemas menores a los que te enfrentas», dijo.
Ha sufrido otros mucho peores en el terreno de juego. Tanto en Italia como en la Eurocopa tuvo que escuchar cánticos imitando el sonido de un mono y que le tirasen bananas al campo.
Pareciera que enoja más a los seguidores racistas que cualquier otro jugador negro en Italia, precisamente porque es italiano y no extranjero.
Cuando Balotelli jugaba en el Inter de Milán, los seguidores de la Juventus le gritaban: «No hay italianos negros». Su decisión de fichar por el Manchester City en el 2010 estuvo en parte motivada por este tratamiento.
Los críticos dicen que la actitud de esconder la cabeza de Italia en la tierra bloquea la respuesta sistemática al racismo, que ha ido en aumento desde que comenzó la inmigración en masa a finales de los 80 y se aceleró en la última década.
Hasta los 90 suponían menos de un 1 por ciento de la población frente al 7,5 por ciento actual.
Según un informe de Human Rights Watch del año pasado, Italia ha fracasado en tomar acciones efectivas para prevenir y perseguir la violencia racista y subestima sistemáticamente el problema.
Aunque existe la esperanza de que una figura de alto perfil como Balotelli pueda marcar la diferencia, hay también muchas reservas sobre el cambio que puede conseguir.
«Obviamente es un proceso largo. No creo que vaya a marcar una diferencia enorme de la noche a la mañana», dijo Simon Martin, un historiador del fútbol de la Universidad Americana de Roma.
Martin ve en el país la misma situación con el racismo en el fútbol que se vivió en Inglaterra en la década de 1970, cuando también se tiraban bananas al campo y se utilizaban los mismos cánticos de mono.
Desde entonces, las enérgicas medidas de las autoridades del deporte y la prominencia de los jugadores negros ha erradicado el problema tanto allí como en otros países europeos.
«Se necesitan pioneros pero Balotelli tiene probablemente más influencia potencial que cualquiera de los que estaban entonces en Inglaterra porque es increíblemente bueno», dijo Martin a Reuters, compartiendo las críticas generalizadas a la federación italiana por no tomar medidas más duras contra los clubes con seguidores culpables de insultos racistas. {jathumbnail off}