Para llegar a su casa, Rita Martínez Jáuregui tenía que evitar la tentación de entrar a los casinos con los que se topaba por las avenidas de Monterrey, capital del norteño estado de Nuevo León. A veces le ganaba la adicción y jugaba por horas, mientras todo un mundo se movía afuera.
Hoy, a sus 50 años y como una exjugadora compulsiva, preside la Federación Mexicana de Jugadores en Riesgo (Femejuri), organización que se dedica a difundir información sobre la ludopatía: una alteración del comportamiento en las personas por una necesidad incontrolable de jugar y apostar sin importar las consecuencias, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Nuevo León existen 57 casas de apuestas, según datos de la comisión del Congreso de la Unión encargada de verificar el cumplimiento del Reglamento de Juegos y Sorteos.
Si se toma en cuenta este número oficial, quiere decir que hay un casino por cada 73,671 neoloneses, de acuerdo con los resultados del último conteo de población del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La Subsecretaría de Regulación y Fomento Sanitario de la Secretaría de Salud de Nuevo León (SSNL) ha hecho 43 inspecciones aleatorias en este tipo de establecimientos pero asegura que faltan más, y estima que la cantidad supera los 50.
Existen más de 80 mil habitantes de Nuevo León afectados por el juego compulsivo, según una encuesta realizada en 2010 por el Centro de Tratamiento Compulsivo-Ludopatía Samadhi. Estudios internacionales destacan que en el país hay más de 2 millones de ludópatas.
«La problemática del juego compulsivo merece ya ser vista desde la óptima de salud pública», dice Martínez Jáuregui, «ya no podemos dejar de lado que es un enorme reto para las autoridades cualificar y cuantificar la enfermedad».
El gobierno del estado muy apenas toma a la ludopatía como un asunto de salud pública. Hace un mes y medio, la SSNL, en colaboración con el Consejo Estatal contra las Adicciones, creó el Comité de Atención a las Adicciones Naturales, entre las que incluye este padecimiento.
«No tenemos datos concretos de lo que está ocurriendo en el estado, no sabemos cuánta gente pueda tener el problema de la ludopatía», reconoce el secretario técnico del Comité, el psiquiatra Juan José Roque Segovia.
«La ludopatía no formaba parte de los padecimientos que se vigilan desde el punto de vista epidemiológico a nivel nacional», continúa el funcionario, aquí el problema que tenemos es que no sabemos, de todo nuestro grupo poblacional, quiénes son los que tienen esos factores».
Roque Segovia explica que el comité muy apenas trabaja en los indicadores para clasificar el padecimiento, los cuales ayudarán a establecer un sistema de vigilancia en Nuevo León. Tentativamente presentará el primer diagnóstico en octubre próximo.
Con la instalación del comité, las autoridades de salud iniciaron una campaña de difusión, para que la comunidad pueda discernir entre el juego sano y la ludopatía. En carteles enlistaron una serie de síntomas que permiten identificar a los ciudadanos si padecen este desorden.
El organismo instaló un sistema de atención telefónica que ha recibido un total de 249 casos de potenciales jugadores compulsivos y, de éstos, 29 presentan síntomas de la ludopatía. Algunos están en proceso de evaluación y otros ya en tratamiento.
El comité lo integran 22 instituciones públicas del sector salud, universidades, asociaciones civiles, centros de tratamiento, grupos de autoayuda y el congreso local.
Para Martínez Jáuregui, este primer acercamiento es positivo; sin embargo, insiste en que las autoridades de salud actuaron tarde, porque muy apenas diseñan planes y no acciones urgentes.
La Femejuri, fundada en 2007, es una organización conformada por 180 jugadores compulsivos en recuperación y abstinencia, dedicada a difundir información sobre el padecimiento.
La ciudad de la desesperanza
Monterrey y su área metropolitana padecen una de las crisis de seguridad más graves en su historia reciente. En los primeros seis meses de 2011, la procuraduría de Nuevo León registró 960 homicidios dolosos, es decir 13.75% más que todos los registrados en 2010.
Esta situación sin precedentes contribuye a que los neoloneses busquen mecanismos para evadir la realidad, como la actividad lúdica, sostiene la presidente de Femejuri.
«La desesperanza que inunda esta ciudad obliga a que busques soluciones mágicas para ese desánimo —dice— cuando tú tienes un ambiente tan aterrador, cuando sales con tanto miedo a la calle, el proceso de entrar a un casino te permite evadirte».
Roque Segovia, por otro lado, sostiene que aunque la inseguridad sí contribuye al fenómeno, no es un factor determinante.
«No es entretenimiento nada más, sino que se transforma en una especie de reto mental, posteriormente en una especie de obsesión, en donde la vida gira en torno a la tendencia a jugar», explica.
Otros determinantes biológicos y culturales contribuyen a la ludopatía, precisa el psiquiatra, como el alto grado de competencia que existe en Nuevo León, lo que puede generar angustia.
Los dos especialistas, sin embargo, concuerdan en que la disponibilidad de la oferta lúdica en Nuevo León es el factor con mayor peso.
Problemas de regulación
Autoridades de Nuevo León han declarado que los problemas de regulación de los casinos provienen de la expedición indiscriminada de permisos por parte de la Secretaría de Gobernación (Segob).
El alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal Bretón, recientemente anunció ante medios que existe una docena de casinos irregulares en el municipio. Durante julio se clausuraron provisionalmente al menos cinco de estos establecimientos en la localidad.
Y en San Pedro Garza García, el alcalde Mauricio Fernández Garza emprendió una campaña contra dos de los casinos que ahí operan. Esto derivó en la clausura de uno y en la suspensión temporal del juez federal Ricardo Hiram Barbosa, después de que se presentara una denuncia en su contra ante la Procuraduría General de la República (PGR).
«(Es necesario) exigirle a los dueños de los casinos, de las salas de apuestas, que se solidaricen con los costos de las terapias de rehabilitación», demanda Martínez Jáuregui.
«Quienes vamos a marcar realmente la pauta para que esto cambie a favor de los enfermos, somos quienes hemos visto que nuestras vidas se desmoronan por una actividad que empieza como una diversión, como una manera de desestresarte, y acaba siendo la dueña absoluta de nuestra vida», concluye.
No hay cifras actualizadas de la cantidad de permisos expedidos en México por la institución autorizada, la Dirección General Adjunta de Juegos y Sorteos, dependiente de la Secretaría de Gobernación.
La historia de los casinos en el país comenzó en 1932, cuando el capo de la mafia italoamericana, Al Capone, instaló las primeras casas de apuestas en Baja California, al noroeste del país.
Las laxas regulaciones permitieron a los casinos operar hasta la siguiente década, hasta que en 1947 se creó la Ley Federal de Juegos y Sorteos, que estableció mecanismos más estrictos para otorgar permisos a casas de apuestas.
Desde entonces, no se ha modificado esta ley. Una iniciativa para reformarla está estancada en la cámara de diputados del Congreso de la Unión.
Con información de CNN México