EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA
Este año para el cine mexicano parece estar determinado por la caída. Tanto por “La Caída”, el largometraje ambientado en el mundo del deporte, como por la caída del sostenimiento gubernamental a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), que, ante la grave crisis financiera, anunció la suspensión de la entrega de los Premios Ariel 2023.
“La Caída” es una cinta protagonizada por Karla Souza que pone en evidencia los abusos que, muchas veces, se esconden incluso en el mundo del deporte. La cinta fue estrenada el 11 de noviembre en la plataforma de Amazon Prime Video. Si bien está inspirada en hechos reales, basada en testimonios de diversos deportistas, es una narrativa ficticia que integra diferentes casos.
Desgraciadamente, a diferencia de esta película, que ha generado una oleada de excelentes comentarios por su gran manejo, el drama que atraviesa la AMAAC no tiene nada de ficticio y el enojo de la comunidad cinematográfica ha sido (y con razón) manifiesto. De hecho, en el anuncio de la cancelación de la premiación para 2023, la academia no solo lamentó la reducción de los recursos públicos, sino que llamó a cerrar filas dentro del gremio cinematográfico para defender “los espacios de reflexión libre e independiente sobre el cine mexicano”. Además, indicó que el Estado era motor y sostén de la AMACC y cuestionó que “pareciera que la cultura junto al séptimo arte ya no son prioridad”.
Guillermo del Toro fue de los primeros en manifestarse. “La sistemática destrucción del cine mexicano y sus instituciones –lo que llevo décadas construir– ha sido brutal. Sobrevivimos el sexenio de López Portllo pero esto no tiene precedentes” , tuiteó el afamado director. Por cierto, mientras la gente estaba distraída con el partido México-Argentina, el realizador de Pinocchio se propuso para cubrir de su bolsillo el costo de las estatuillas y argumentó el por qué de su importancia: estimulan a un cine que nos refleja más allá de la comedia comercial clasemediera.
El actor Joaquin Cosío fue más allá al pedir acción en el mundo real y ponerle nombre a la gestión responsable. “Nosotros tendríamos que pasar del Twitter y de las redes sociales para hacer acciones específicas y concretas. Sabemos de la sordera de esta administración, pero algo tendremos que hacer, como dice el comunicado de la AMACC, que hace un llamado a que cerremos filas y a pensar qué hacer para defender a estas instituciones en peligro”, afirmó.
“Sobre todo, compañeros actores que son miembros de la 4T están obligados a hacer algo para hacer reflexionar a quienes son responsables de estos recortes tan agudos”, dijo el intérprete de “El Cochiloco”, quien, al igual que otros integrantes de esa comunidad, ha marcado distancia conforme la realidad ha alcanzado a la cultura (en ese contexto destaca, por cierto, el acercamiento que el también actor Tenoch Huerta mostró al reunirse con el mandatario el pasado sábado, en uno de los días que la polémica estaba en ebullición).
Y como bien dice Del Toro: los premios y los festivales mantienen vivas a voces que dentro de nuestra cinematografía se atreven a exponer situaciones terribles como las que se narran en “La Caída”, un mundo de depredación sexual y abuso oculto detrás del sueño de una medalla olímpica, en una narración fuera de todo maniqueísmo y que saca a la luz situaciones ocultas que a veces no pueden decirse con nombre y apellido, pero que gracias a la ficción se exponen en toda su crudeza.
Es triste, porque en este país solo nos movilizamos cuando nos afecta el recorte. Porque lo que duele… duele, dicen de manera coloquial, pero refleja lo que estamos viviendo. Llevamos meses sin medicamentos para pacientes con cáncer, los recortes al sector salud nos están asfixiando, la ciberseguridad se ha visto vulnerada, los refugios de mujeres y las escuelas de tiempo completo también han sido sacrificados. Y hoy toca el arte. ¿Y si el diálogo y la solidaridad se da más allá de causas y agendas y decimos ¡basta!?
Eso si sería una actuación digna de un premio.
Columna publicada con la autorización de Saraí AGUILAR ARRIOZOLA