Crónica sedentaria
Por: Avelino GÓMEZ
Nadie sabía a quién, o a quiénes, endilgarle la culpa. Hasta que la peste nos rebasó. De pronto, y sin darnos cuenta, México escaló en el ranking de los países con mayor número de contagios (y muertes). Y con ello, empezaron los señalamientos sobre posibles culpables.
Las cifras alarmantes de contagios y la larga duración de las medidas sanitarias nos hablan de una posible mala gestión. A los gobernante les preocupa el incremento de contagios y muertes, pero también les preocupa saber a quién echarle la culpa ante el desastroso panorama. Ya la llamada “Alianza Federalista”, un bloque de gobernadores en el que se encuentra el colimense Ignacio Peralta Sánchez, no dudó en echarle toda la culpa a Hugo López-Gatell.
Como respuesta, el médico y epidemiólogo les diagnosticó, frustración y estrés a los integrantes del bloque de gobernantes opositores. Previamente, López-Gatell había culpado a los gobernadores por el incremento de contagios. Mucho antes, en Colima, Ignacio Peralta culpó a “algunos” alcaldes por no asumir el compromiso contra la pandemia. En este mismo contexto, los políticos de partidos de oposición culparon al presidente Andrés Manuel López por la cantidad de muertes que se han registrando. Éste, a su vez, culpó a sus antecesores y a la corrupción que toleraron en sus mandatos.
En esa cantaleta de acusaciones y condenas, la culpa ya recayó —final e inevitablemente— en la propia ciudadanía. Nada mejor para el poder político y económico que recargar los yerros en ese ente sin rostro al que llaman pueblo. Lo gobernantes recriminan a la gente el no respetar la sana distancia, no guardar el distanciamiento social y, lo más recurrente (y ya criminalizado): no usar cubrebocas. En esas recriminaciones no se considera que nunca hubo, entre los niveles de gobierno, una estrategia clara, congruente y coordinada para enfrentar la pandemia. Los políticos actuaron de una manera tan confusa que, por algunos momentos de la pandemia, parecía que estábamos en una comedia de Benny Hill.
Una vez establecido que los ciudadanos tenemos responsabilidad por los estragos de la pandemia, ya podemos regodearnos en nuestro complejo de culpa. No nos queda otra que asumirla, así como se asume el sentimiento derrotista, tan arraigado en el alma del mexicano. No logramos “domar la pandemia”, tal como anunciaba el ocurrente gobernante de nuestro país. En cambio, la pandemia logró domar, y también doblegar, el sistema educativo, el económico y, desde luego, el sistema de salud. Este país ya no siente lo duro, sino lo tupido.
Quizás haya un registro, que todavía no conocemos, de los muchos casos de pacientes aquejados por otras enfermedades y dolencias cuyo tratamiento, o cura, se tuvo que postergar porque todos los esfuerzos y recursos del sector salud fueron destinados a la atención de la pandemia. Entre más nos tardemos en salir de la contingencia sanitaria, mayores serán las pérdidas. Y uno reflexiona sobre eso, e indigna pensar que, quienes dirigen las instituciones de este país, parecen no sentir culpa.
La última declaración de Andrés Manuel López sobre el uso del cubrebocas es desconcertante: “Me pondré cubrebocas cuando no haya corrupción”, ha dicho con todos sus dientes, ignorando los pequeños fuegos que arden aquí y allá entre funcionarios de su propio partido y gobierno. La prepotencia, la ignorancia y la ineptitud también son formas de corrupción. Y convenientemente lo ignora.
Y mientras los gobernantes lavan sus culpas señalando a otros, uno está aquí, con este cargo de conciencia por darles un poder y una confianza que derrochan, impunemente, en perjuicio nuestro. Y, sin embargo, la pandemia sigue.
#VideoAFEsto es lo que afirmaba el sub secretario de salud, Hugo López-Gatell al inicio de la pandemia sobre el uso de cubrebocas y AMLO sobre usarla o no y el control de la pandemia. Hoy México es tercer lugar mundial de muertes por COVID-19.
Posted by Afmedios Noticias on Monday, August 3, 2020
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