APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI
Hace 19 días terminó la elección presidencial en México, y en mi estado, una elección intermedia sin gubernatura. Y claro, como en todo proceso electoral, hay políticos que salieron victoriosos y otros que quedaron en el camino.
Ahora, ¿qué hay de los ciudadanos? Nosotros solo emitimos nuestro voto y, al final, no obtenemos mucho más que la satisfacción (o frustración) de haber participado en un proceso democrático. Sin embargo, hay un grupo que parece estar muy ocupado: los políticos perdedores.
Últimamente, mi feed de redes sociales se ha llenado de reels protagonizados por estos ex-candidatos. Hay de todo: desde paseos por lugares pintorescos con sonrisas forzadas que gritan «todo está bien y no me dolió perder», hasta sesiones de cocina gourmet y fotos adorables con mascotas. También hay quienes han optado por mostrar sus rutinas de ejercicio, todo es válido para mostrar que siguen en la jugada.
Es entretenido observar cómo estos políticos se reinventan. O al menos, intentan hacerlo.
Supongo que debe ser un desafío monumental encontrar una narrativa que justifique su derrota y les permita no quedar en el olvido. Claro, hay excepciones, pero hoy quiero enfocarme en los que están protagonizando esta telenovela en mis redes sociales.
Lo que más me sorprende es que, a 19 días de haber perdido, ninguno parece tener un trabajo formal. Es decir, su única actividad profesional siempre ha dependido de la política. Y no hablo de los últimos meses, sino de años en el ámbito público, cuando menos 5 para para atrás.
Ahora, están dedicando su tiempo a encontrar algo, cualquier cosa, interesante que compartir con sus seguidores y hacerse notar con los rivales y posibles aliados.
Imaginemos por un momento la presión que deben sentir. Despertar cada mañana pensando en cómo mantener la atención de su capital político. Porque claro, el show debe continuar, y las redes sociales no esperan a nadie. Publicar un video de ellos haciendo la compra en el mercado local, probando una nueva receta de cocina, o compartiendo tips de bienestar. Todo vale para no caer en el olvido.
Lo irónico de todo esto es que probablemente seguirán en este limbo hasta que alguno de sus amigos que sí ganó en las elecciones les devuelva a la vida política con algún cargo, obviamente decoroso, que les permita redimirse políticamente. Es casi como una serie de Netflix: el héroe caído en desgracia que, tras unos episodios de introspección y lucha, regresa a la cumbre gracias a un aliado influyente.
Mientras tanto, nosotros, los espectadores, disfrutamos del espectáculo. Porque, admitámoslo, es entretenido ver a estos personajes tratando de adaptarse a una realidad donde ya no son el centro de atención política, sino simplemente otro usuario más de Instagram, Facebook o TikTok.
Y quién sabe, tal vez alguno de ellos descubra una nueva vocación como influencer, ahora que está de moda hacer política con entretenimiento de redes. Después de todo, en la política y en las redes sociales, la capacidad de reinventarse es clave para la supervivencia.